En la próxima década nos enfrentaremos a unos cambios que nuncaun poco antes hemos conocido y lo haremos con la herencia nefasta: dañoseconómicos, medioambientales y con la mayoría personal que ha sufridoun perpetuo empeoramiento de sus condiciones materiales desdela crisis del año 2008.
El proposito es claro: repensar y modernizar nuestromodelo económico y personal.
Para ello necesitamos buscar solucionesque dirijan la mirada hacia cambios estructurales de impacto worldwide.
Eshora de quitarnos de encima la inercia y el conservadurismo que handominado las decisiones políticas de las últimas décadas y apostar portactics frescas que nos abran las ventanas hacia un futuro de progresoeconómico y personal.
El presente, y sobre todo el futuro, no puede serafrontado con las mismas viejas políticas del pasado.
Y es precisamenteen este escenario donde la renta básica se perfila como la de las medidasrealizables que puede ofrecer soluciones a los grandes retos quetenemos que afrontar en el siglo XXI.