El libro se estructura cronológicamente, comenzando con las primeras experiencias de Bukowski como escritor en la década de 1940, y se extiende hasta sus últimas reflexiones apenas unos meses antes de su muerte en 1993. La estructura no es lineal en el sentido tradicional, sino más bien un tejido de conversaciones, preguntas y respuestas que Bukowski mantiene consigo mismo, con sus maestros, con sus editores, y, en definitiva, con el arte que lo inspiraba y lo desafiaba.
Una de las claves del libro reside en la constante batalla que Bukowski libraba contra la «domesticación» de su estilo. Constantemente rechazado por las convenciones literarias tradicionales, Bukowski se resistía a suavizar su voz, a perder la cruda honestidad que caracterizaba su obra. Esta resistencia no era una simple rebeldía, sino una profunda convicción de que la verdadera escritura debe ser descarada, sin concesiones, y que la belleza puede encontrarse incluso en la más absoluta miseria. En sus cartas, expresa su frustración con editores que intentaban convertir sus historias en algo más accesible, más «agradable», olvidando que la verdadera fuerza reside en la autenticidad.
La influencia de figuras literarias como Henry Miller, Lawrence Ferlinghetti y, por supuesto, Hilda Doolittle (H.D.) es palpable a lo largo del libro. Bukowski no solo admiraba sus obras, sino que las utilizaba como un punto de referencia para definir su propio camino. Sin embargo, esta admiración no se traduce en una imitación, sino en un diálogo crítico, una búsqueda constante de la propia voz. Su relación con Ferlinghetti, en particular, es compleja y llena de tensiones, reflejando la lucha entre la búsqueda de una audiencia y la defensa de la libertad creativa.
El libro, esencialmente, es una colección de cartas, y la riqueza de estas cartas es lo que lo hace tan impactante. Debritto ha realizado un trabajo monumental, seleccionando y organizando meticulosamente estas piezas para ofrecer una visión profunda y sin filtros del alma de Bukowski. Estas cartas no son meras transcripciones de eventos, sino introspecciones directas, confesiones de duda, de frustración, de alegría, que revelan la complejidad de un hombre que se dedicó por completo a su oficio.
La estructura de las cartas es fascinante. A menudo, Bukowski responde a preguntas o críticas, y en sus respuestas, se abre sobre sus miedos, sus inseguridades, y su obsesión por el «verdadero». Esta apertura es fundamental para entender la profundidad de su compromiso con la escritura. No se trata de un escritor que busca fama o reconocimiento, sino de un hombre que se siente impulsado por una necesidad interna, por una necesidad de plasmar en el papel lo que ve y siente, sin miedo a la crítica o al fracaso. La carta a John Martin, su editor, es especialmente reveladora, evidenciando la dificultad de comunicar la visión de Bukowski y su desconfianza en las estrategias comerciales del mundo editorial.
Además de reflexionar sobre su propia obra, Bukowski ofrece valiosas perspectivas sobre el papel del crítico literario y sobre la relación entre el artista y el público. Sus opiniones sobre Ferlinghetti y sobre el movimiento Beat son candentes, y su crítica a H.D. es particularmente provocadora, reflejando su desprecio por la retórica y la superficialidad. Sin embargo, incluso en sus críticas, Bukowski demuestra un profundo respeto por la «coraje» de aquellos que se atreven a romper las reglas y a desafiar el status quo.
Opinión Crítica de La Enfermedad De Escribir: Un Arte de la Desconfianza
«La Enfermedad de Escribir» es un libro que requiere paciencia y atención, pero que recompensa al lector con una visión única y sin filtros de Charles Bukowski. No es una lectura fácil, el estilo áspero y directo de Bukowski puede resultar inicialmente desconcertante, pero a medida que se adentra en sus cartas, se descubre un autor sorprendentemente inteligente, reflexivo y desarrollado. El libro no sólo nos permite entender su obra mejor, sino que también nos invita a reflexionar sobre el papel de la escritura en nuestras vidas.
Bukowski no es un autor para todos los públicos. Su cruditud, su negación de la belleza convencional, su «desagrado» del refinamiento pueden resultar ofensivos o incomprendidos. Sin embargo, precisamente esta «enfermedad» es lo que lo hace tan atractivo y relevante. Bukowski no busca complacer, no se preocupa por las convenciones, y en su «desorden» encuentra la verdadera esencia de la vida.
Recomendación: Si eres un fanático de la obra de Bukowski, «La Enfermedad de Escribir» es un imprescindible. Si estás interesado en la historia de la literatura estadounidense del siglo XX, o en el proceso creativo de un artista, este libro te ofrece una visión inigualable. Es un libro que desafía, que provoca, y que al final, te hace pensar.
«La Enfermedad de Escribir» es un manifiesto sobre la libertad creativa, una exploración profunda de la mente de un artista obsesionado, y una prueba de que la verdade a menudo se encuentra en los lugares más inesperados. Un libro que, como la propia obra de Bukowski, permanece en nuestros pensamientos largo después de terminar de leerlo.


