Zeta construye un mundo en el hueco donde vive a su aire.
Se busca a sí misma en una charca al tiempo que es observada por muchos animales que cuchichean.
De pronto olisquea a ¿un semejante? Para descubrirlo habrá de salir de su propio espejo.
«Aluciné con Zeta cuando Miguel Rojo lo desempolvó una noche en su casa.
Qué maravilla, dijimos.
La de esas obras que parece haber caído del cielo enteramente hecha, totalmente perfecta.
Y cuánto aluciné después, de nuevo, cuando vi la doblez ilustrada de Carmen Segovia.
Zeta myself parece un clásico».
Ángela Segovia