La historia central de «¡Universo!» se construye alrededor de una premisa impactante y ligeramente escalofriante: un empleado de una empresa tecnológica, aparentemente sin más motivo que la curiosidad, se desplaza millones de años atrás, antes incluso de la creación del mundo conocido. Esta misión, aparentemente ordinaria, se revela como parte de un plan megalómano: sellar cada partícula de materia que contenga el logo de la compañía. El objetivo final es patentizar el universo entero, asegurando que la empresa sea la dueña de toda la creación. Este acto, por supuesto, es tanto un ejercicio de poder absoluto como una demostración de la arrogancia de la humanidad, que se considera capaz de controlar incluso el origen del universo.
Monteys teje múltiples historias que, aunque conectadas por el universo central, exploran conceptos y personajes muy distintos. En una de ellas, un equipo de exploradores viaja a planetas lejanos en busca de otras especies inteligentes, encontrándose con androides excesivamente cariñosos que terminan causando más problemas de los que resuelven. En otra, una desincronización temporal provoca un caos hilarante, mientras que se presentan escenarios donde la sociedad está dominada por insectos antropomorfos con una lógica completamente ajena a la nuestra. Estas misiones, además de ser de gran entretenimiento, son una forma de explorar las contradicciones inherentes a la humanidad, mostrando cómo la búsqueda del progreso puede llevar a la destrucción y la pérdida de valores fundamentales. La estructura narrativa, aparentemente aleatoria, resulta ser una elección deliberada, reflejando la imprevisibilidad del universo mismo y la dificultad de predecir las consecuencias de nuestras acciones. La narrativa es un juego de múltiples capas, con un núcleo de ideas complejas que se desenvuelven con una facilidad y un humor contagiosos.
El libro se presenta como un conjunto de relatos independientes, conectados por la presencia constante de la empresa «Corporación Temporis», que se dedica a la manipulación del tiempo y, como ya se ha mencionado, a la idea de «patentizar el universo». La estructura de «¡Universo!» no se preocupa por construir una historia lineal y tradicional; en cambio, prioriza la exploración de conceptos y la presentación de situaciones que, aunque a veces absurdas, tienen un propósito crítico. Monteys emplea el humor y la ironía como herramientas para criticar la obsesión por el control y la acumulación de poder. El viaje en el tiempo, en sí mismo, se convierte en una metáfora de la búsqueda humana por entender el pasado y predecir el futuro, una búsqueda a menudo frustrante y con consecuencias imprevistas.
Las múltiples historias, cada una con su propio ritmo y estilo, contribuyen a la fuerza general del libro. La presencia de personajes como los androides demasiado amorosos, o los insectos antropomorfos, no son meros adornos; son representaciones caricaturescas de rasgos humanos, deambulosos y, en su mayoría, problemáticos. La obra se construye sobre la base de una crítica social, mostrando cómo el egoísmo y la ambición pueden corromper incluso las mejores intenciones. A través de estas historias aparentemente inconexas, Monteys crea un universo complejo y vibrante, donde la lógica a menudo falla y las consecuencias de nuestras acciones son impredecibles. La colección ejemplifica una visión particular de la ciencia ficción como herramienta para la reflexión y el comentario social.
Opinión Crítica de ¡Un Universo!: Un Cómic Provocador y Divertido
«¡Universo!» es una obra sorprendentemente ambiciosa y gratificante. Albert Monteys ha logrado crear una colección de cómics que es a la vez provocadora y extremadamente divertida. La obra desafía al lector a cuestionar las ideas convencionales sobre el progreso, el poder y la naturaleza de la realidad. El autor demuestra un dominio absoluto del arte narrativo, logrando tejer múltiples historias complejas y atractivas, que nunca se sienten forzadas o superficiales. La combinación de ciencia ficción, humor negro y crítica social es una fórmula efectiva, que resulta particularmente interesante en la era actual, donde las preocupaciones sobre el control tecnológico y la responsabilidad corporativa son más relevantes que nunca.
La fuerza del libro radica, en gran medida, en su capacidad para sorprendernos. Monteys no teme a la locura, y aprovecha al máximo este potencial, creando escenarios que son a la vez absurdos y, al mismo tiempo, inquietantemente plausibles. Aunque algunas de las ideas presentadas pueden parecer excesivamente imaginativas, la forma en que se presentan, con una mezcla de humor y seriedad, las hace increíblemente persuasivas. «¡Universo!» no es un libro fácil de consumir, pero es una obra que te hará pensar, reír y quizás incluso cuestionar tu propia relación con el universo. Se recomienda ampliamente a los amantes del género, así como a aquellos que buscan una lectura que desafíe sus ideas preconcebidas y les ofrezca una perspectiva única sobre el mundo que nos rodea.
