La estructura central de “Unidades Incompletas” se construye alrededor del concepto de “remate”, entendido no como un simple acto de acabado, sino como un acto de proyección, de voluntad, de intento de dar forma final a algo que, por su propia naturaleza, permanece abierto al devenir. Vvaa argumenta que la arquitectura, y por extensión muchas otras formas de arte, funcionan como una serie de «unidades incompletas» que constantemente buscan su «remate», su forma definitiva. Este remate nunca es absoluto; siempre está sujeto a la alteración, al cambio, a la influencia del tiempo y de las circunstancias. Sin embargo, el acto de intentar ese remate, de proyectar la nueva ampliación como un «definitivo» (aunque a menudo solo sea un instante más en la vida de la obra), es lo que confiere significado y valor a la creación.
El libro examina diversas obras de arte y arquitectura a través del prisma de este concepto. Desde la arquitectura romana, donde la decadencia y la reparación constante de los edificios públicos se convierten en una forma de inmortalidad, hasta las obras de arquitectura modernista que buscaban, a menudo sin éxito, un “definitivo” absoluto, Vvaa muestra cómo la búsqueda del remate es una constante en la historia del arte. La obra arquitectónica, especialmente, es presentada como una “unidad incompleta” que constantemente intenta cerrar lo abierto, ya sea cosiendo la herida de un edificio dañado, ya rematando un tejido deshilachado (como una fachada deteriorada), o ya acabando la obra de arte que su autor no pudo llevar felizmente a término. La idea fundamental es que la obra no reside en su estado final, sino en el proceso de intentar llegar a ese final.
Vvaa hace referencia a ejemplos clave para ilustrar su argumento. Considera, por ejemplo, la «Piedad» de Tiziano, una obra que, a pesar de su belleza y conmovedor poder, se entiende como un «remate» de una muerte que nunca llegó a ser completada. En este sentido, la escultura se convierte en una representación de lo que podría haber sido, en una proyección de la esperanza y la devoción. De manera similar, la «Stephen el héroe» de James Joyce, con su estructura narrativa fragmentada y su narrador delirante, se entiende como una «unidad incompleta» que busca darle sentido a la vida, a la muerte y a la memoria. El libro explora la idea de que la obra de arte es, en última instancia, una forma de lidiar con lo incierto y lo imposible.
El libro también ofrece una perspectiva fascinante sobre la relación entre la obra y el espectador. La “unidad incompleta” se completa, en cierto sentido, a través de la interacción del espectador. El visitante de un museo, el lector de una novela, el contemplador de una escultura, todos contribuyen a la “completación” de la obra, aportando sus propias experiencias, recuerdos y emociones. Por lo tanto, la obra no es un objeto estático, sino un espacio dinámico de interacción entre la creación y la interpretación. La ausencia, en este sentido, es clave; es la «abierta» de la «unidad incompleta» lo que la hace tan viva, tan potente.
A lo largo del libro, Vvaa explora la idea de que la belleza y el valor no residen en la perfección, sino en la aceptación de la fragilidad y la imperfección. La «unidad incompleta» no es una debilidad, sino una fortaleza, un reconocimiento de la propia vulnerabilidad humana y de la naturaleza efímera de la vida. El remate, entonces, no es un acto de dominio sobre la realidad, sino una aceptación de la necesidad de continuar el proceso de creación y transformación.
La obra arquitectónica, de acuerdo con Vvaa, funciona como una «unidad incompleta» que constantemente intenta cerrar lo abierto, ya sea cosiendo la herida de un edificio dañado, ya rematando un tejido deshilachado (como una fachada deteriorada), o ya acabando la obra de arte que su autor no pudo llevar felizmente a término. La pieza «incompleta», en ese sentido, no es un defecto, sino una oportunidad, una invitación a reflexionar sobre el tiempo, la memoria y la propia existencia. La lectura de «Unidades Incompletas» es un viaje constante a la propia fragilidad y a la necesidad de continuar construyendo nuestra propia «unidad», sin llegar a una definición definitiva.
Vvaa recurre a ejemplos conmovedores para reforzar su argumento. La idea de la «Piedad» de Tiziano, con su imagen de una Virgen María sufriente y desolada, se interpreta como un «remate» de una muerte que nunca llegó a ser completada. Esta obra no representa una visión idealizada de la fe, sino la aceptación de la dolorosa realidad de la pérdida y el sufrimiento. Asimismo, la «Stephen el héroe» de James Joyce, con su narrador delirante que regresa a Dublín para enfrentar sus demonios internos, se considera una “unidad incompleta” que busca darle sentido a la vida, a la muerte y a la memoria, reconociendo la imposibilidad de alcanzar una verdad absoluta. La obra, por lo tanto, es una invitación a la aceptación de lo inconcluso.
Vvaa también profundiza en la conexión entre la obra de arte y la experiencia personal. La obra, en su forma «incompleta», se convierte en un espejo de nuestras propias ansiedades, deseos y aspiraciones. Al confrontar la obra, nos enfrentamos a nuestras propias imperfecciones y a nuestra propia búsqueda de significado. La lectura de «Unidades Incompletas» puede ser entendida como un proceso personal de auto-reflexión, impulsando al lector a confrontar las propias «unidades incompletas» y a abrazar la búsqueda sin un fin definido.
Opinión Crítica de Unidades Incompletas: Una Meditación Profunda y Ambiciosa
“Unidades Incompletas” es un libro que exige una lectura atenta y reflexiva. No es una lectura fácil, ni tampoco una lectura que ofrezca respuestas definitivas. Sin embargo, su ambición, su profundidad y supo poético lo convierten en una obra extraordinariamente poderosa y duradera. Vvaa presenta una visión del arte y de la vida que desafía las convenciones y nos invita a cuestionar nuestras propias ideas preconcebidas. El estilo de escritura, a veces denso y exigente, compensa esta dificultad con la belleza y la fuerza de sus imágenes.
El libro se destaca por su capacidad para conectar conceptos abstractos como la belleza, la incompletitud y la memoria con experiencias concretas. Vvaa no se limita a ofrecer una teoría abstracta del arte; la ilustra con ejemplos concretos, que permiten al lector comprender la complejidad de su argumento. La obra se beneficia enormemente de su estructura narrativa fragmentada, que emula el propio proceso de la «unidad incompleta», reinforcing la premisa central. Si bien la densidad del estilo podría ser desafiante para algunos lectores, es precisamente esta densidad lo que da a “Unidades Incompletas” su carácter y su profundidad.
A pesar de su fuerza, “Unidades Incompletas” no está exenta de ciertas limitaciones. A veces, la insistencia de Vvaa en la idea de la “unidad incompleta” puede sentirse repetitiva, y la lectura puede resultar a veces un tanto laberíntica. Además, la obra podría beneficiarse de una mayor exploración de las implicaciones éticas de la idea de «completar» – ¿implica una obligación moral de intentar llegar a un fin, incluso si ese fin es imposible? Aunque estas críticas no disminuyen la valía de la obra, sugieren que la lectura es una experiencia que requiere de la participación activa y una mente abierta a nuevas perspectivas. Sin embargo, es la capacidad de “Unidades Incompletas” para provocar una profunda reflexión sobre la condición humana lo que la hace tan importante.


