La historia se centra en John Dortmunder, un exconvicto recién liberado de la cárcel y con un historial de robos exitosos. Tras una breve estancia, Dortmunder se encuentra con la tentadora oferta de su viejo amigo, el ladrón «The Cook» (un nombre irónico, considerando su habilidad para «cocinar» planes). Esta propuesta es robar el “Diamante Esperanza”, un valioso diamante africano expuesto en el museo de Bellas Artes de Nueva York. La operación, aparentemente, es un golpe de suerte, considerando la seguridad reforzada y la sofisticación del entorno.
Westlake construye un equipo de profesionales, cada uno con sus propias peculiaridades y habilidades. Además de Dortmunder y «The Cook», se incluyen a «The Fiddler» (un maestro en desarmar sistemas electrónicos) y a «The Mime», un personaje enigmático que se mueve como una sombra. El plan es ambicioso, involucra una mezcla de engaño, distracción y, en última instancia, un golpe audaz. La complejidad del plan radica en la necesidad de superar una gran cantidad de obstáculos, desde la seguridad del museo hasta la interferencia de la policía y, lo más importante, la propia propensión de Dortmunder a la calamidad. La trama se desarrolla con una tensión palpable, con cada paso del plan llevando consigo la posibilidad de un revés.
La investigación, llevada a cabo por el detective Eddie Felson, es otro elemento clave de la narrativa. Felson, un detective inteligente y perspicaz, está en el punto de vista del lector, sigue cada movimiento de Dortmunder y su equipo, intrigado por su habilidad para evadir la justicia. Su narrativa, aunque a veces se centra en los detalles más minuciosos, complementa la historia principal y añade una capa adicional de suspense. Westlake emplea una técnica narrativa que alterna las perspectivas de Dortmunder y Felson, lo que permite al lector comprender mejor las motivaciones y las acciones de cada personaje. El libro explora la fascinación del lector por el lado oscuro, pero también por la capacidad humana de engaño y la búsqueda de la fortuna.
El plan para robar el “Diamante Esperanza” es meticulosamente detallado, pero desde el principio se establece la amenaza constante de la mala suerte. El equipo se encuentra con contratiempos inesperados: un apagón que interrumpe el plan, la llegada de un inspector de seguridad que parece anticipar sus movimientos, y la interferencia de un informante, un joven con un pasado turbio que se une al equipo por una recompensa. Estos obstáculos no son meras complicaciones en la trama; son una representación de la fragilidad del plan y del control que Dortmunder y su equipo tienen sobre la situación.
A medida que el día del robo se acerca, la tensión aumenta de manera dramática. El equipo debe mantener la compostura bajo presión, tomar decisiones rápidas y lidiar con la propensión de «The Cook» a meterse en problemas. La atmósfera del museo, con sus galerías llenas de obras de arte y la seguridad reforzada, se convierte en un escenario claustrofóbico y amenazante. Es una situación donde un error puede significar el fracaso total y, lo que es peor, la cárcel. La descripción de Westlake del ambiente del museo, con sus iluminaciones teatrales y sus silenciosos guardias, es un elemento clave para construir la atmósfera de suspense.
Finalmente, el día del robo, el plan comienza a desmoronarse. «The Cook» se pierde en la multitud, «The Fiddler» sufre un accidente que pone en peligro la operación y Dortmunder se enfrenta a una confrontación personal con un policía que parece conocerlo demasiado bien. Westlake juega con la ambigüedad moral de los personajes, mostrando que incluso los criminales tienen sus propias justificaciones y que las líneas entre el bien y el mal son a menudo borrosas. La novela explora la idea de la «ilusión del control» y la comprensión de que, a menudo, los individuos están a merced del destino y de las circunstancias. El final, aunque controvertido, deja al lector reflexionando sobre el precio de la ambición y la naturaleza de la justicia.
Opinión Crítica de Un Diamante Al Rojo Vivo
«Un Diamante Al Rojo Vivo» es, sin duda, una obra maestra del thriller de crimen. Donald E. Westlake demuestra una maestría excepcional en la creación de personajes complejos y en la construcción de una trama intrincada y llena de suspense. El personaje de John Dortmunder es uno de los más memorables del género, un antihéroe con un sentido del humor y una vulnerabilidad que lo hacen realista y cercano al lector. La novela no se limita a ofrecer un simple relato de un robo; explora temas más profundos como la ambición, la codicia, la ilusión del control y la naturaleza de la justicia.
La prosa de Westlake es ágil, con diálogos ingeniosos y una descripción precisa de la atmósfera del museo. El ritmo de la narrativa es perfecto, manteniendo al lector enganchado desde la primera página hasta la última. El libro se distingue por su «realismo criminal», que evita los clichés del género y se centra en la complejidad de las relaciones humanas y en las consecuencias de las acciones de los personajes. Westlake se distancia de la violencia gratuita y la sensacionalismo, presentando un relato más matizado y psicológico. Recomendaría esta novela a cualquier amante del género del crimen y a aquellos que buscan una lectura inteligente y desafiante.
A pesar de ser un clásico del género, «Un Diamante Al Rojo Vivo» sigue siendo una lectura relevante en la actualidad. La novela ofrece una visión cínica de la sociedad y de la búsqueda del éxito, mostrando que a menudo, los que buscan la riqueza y el poder terminan haciéndose daño a sí mismos y a los demás. El libro es un testimonio de la resiliencia del espíritu humano, pero también una advertencia sobre los peligros de la ambición desmedida. Si buscas un thriller de crimen que te haga pensar y que te mantenga en vilo, «Un Diamante Al Rojo Vivo» es una excelente opción.
