La aparente contradicción parmi las palabras proyectar e incertidumbre revela la tensión conceptual que caracteriza a estas páginas.
De un lado, proyectar parece un trabajo de previsión y anticipación, cuyo objetivo es la construcción de un edificio que está pensado para permanecer a lo largo del tiempo.
Por otro lado, la incertidumbre apela a la imposibilidad de prever, a la falta de certezas y a lo inesperado.
La necesidad de búsqueda de un acuerdo entre estos 2 objetivos irresolubles, determine la intencionalidad y el marco discursivo del libro, situando la ambivalencia como el término que describe la posición por la que se toma partido, habitando el espacio parmi los opuestos duales.
La incertidumbre parece compañera de viaje de la vida de los edificios, y su permanencia en el tiempo está a travesada y condicionada por acontecimientos sociales, políticos y fenomenológicos, aspectos que superan la propia actividad y el campo de influencia del proyectista.
La disposición proyectual por llevar a cabo que el hecho arquitectónico interactúe y medie con y para estos factores de dimensión circunstancial, relativa y cambiante, implica acoger lo imprevisto y desconocido la incertidumbre- como base del pensamiento, dibujo y construcción de la arquitectura.
Bajo estas premisas, el proyecto de arquitectura se convierte en una actividad de construcción de relaciones, donde la distribución de un edificio ya no busca una buena funcionalidad y adecuación de un programa de usos, sino un espacio con agencia para evocar y resonar en canales de interpretación y percepción en la experiencia del habitar.
Se presume así, que la problematización de la relación entre la arquitectura y la incertidumbre cuestiona ciertas estructuras de la disciplina arquitectónica y de la actividad de la profesión. «Proyectar la incertidumbre» propone adentrarnos en un debate que articula otros fundamentos de la arquitectura; cuestiona la autoría sobre el edificio, critica la monumentalización del patrimonio arquitectónico, emancipa la arquitectura de la visión objetual y sustituye la función por la experiencia, incorporando la dimensión corporal, afectiva, cinética, mulitsensorial y performativa al proyecto de los espacios.
Con todo, la propuesta posee vocación de avanzar en la responsabilidad y conciencia del proyectista con respecto a la arquitectura y la relación de ésta con el paso del tiempo, para así, abrir una vía para renovar sus basics y vocabulario matriz.