La novela se centra en Mateo, un ingeniero civil que, tras una serie de circunstancias personales, decide emprender un viaje a caballo a través de los campos de la provincia de Teruel. El año es 1936 y la atmósfera es densa, cargada de tensiones políticas y rumores sobre la inminente guerra civil. Mateo no busca activamente el conflicto, sino que está buscando, quizá inconscientemente, una forma de escapar de su vida en Madrid, de un matrimonio fallido y de una sensación de vacío existencial. Su viaje, impulsado por una mezcla de melancolía y búsqueda de redención, lo lleva a atravesar paisajes rurales profundamente marcados por la transición y el desequilibrio.
A medida que avanza su viaje, Mateo se encuentra con personajes marginales, gente que ha sido desterrada o que vive al margen de la ley, figuras que reflejan la creciente división y el caos que se cierne sobre la España de la época. Estos encuentros, aparentemente casuales, se convierten en momentos de reflexión para Mateo, quien se ve confrontado con sus propias convicciones y con la creciente necesidad de tomar partido. El libro se caracteriza por un ritmo pausado, que permite al lector sumergirse en la atmósfera y en la interioridad del protagonista. Ardillo utiliza la
de los paisajes y de los personajes para crear una imagen vívida de la España de 1936, mostrando la belleza y la pobreza, la esperanza y la desesperación.
El viaje de Mateo está marcado por encuentros inesperados y situaciones que le obligan a cuestionar sus valores y su papel en el mundo. Un momento crucial ocurre cuando se une a un grupo de republicanos que se dirigen a la frontera, sumergiéndose gradualmente en el contexto político y en la atmósfera de creciente radicalización. Estas situaciones, narradas con gran detalle y con una mirada crítica, permiten al lector comprender mejor las causas y las consecuencias de la guerra civil. La novela no aboga por ninguna de las dos bandas, sino que se centra en mostrar la humanidad de las personas afectadas por el conflicto.
El punto de partida del libro es una escena inicial de gran belleza y simbolismo: Mateo, sentado en un álamo blanco centenario, observa la naturaleza y se da cuenta de la profundidad de su desconexión. Este instante establece la atmósfera melancólica y reflexiva que domina gran parte de la novela. Su viaje a caballo, que se desarrolla en los campos de Teruel, no es solo un desplazamiento físico, sino un viaje interior en el que Mateo se enfrenta a sus propios demonios y a las incertidumbres del futuro. La elección de la caballería, un medio de transporte tradicional y vinculado a la tierra, refuerza la conexión de Mateo con la realidad rural y con sus raíces.
A medida que se adentra en los campos, Mateo se topa con diversas situaciones que reflejan la precariedad y la desilusión de la población. Habitantes locales, campesinos desposeídos, exiliados y refugiados, forman un mosaico de personajes que encarnan la crisis social y política de la época. Ardillo los describe con una gran sensibilidad, mostrando tanto sus virtudes como sus defectos. A través de estos personajes, el autor ilustra la fragmentación de la sociedad española y la pérdida de valores en un momento de transición. La novela explora temas como el desarraigo, la identidad y la responsabilidad individual en tiempos de conflicto.
Un punto clave de la trama se centra en la decisión de Mateo de unirse a un grupo de voluntarios que se dirigen a la frontera. Esta decisión, impulsada por un sentimiento de obligación moral y por la necesidad de encontrar un propósito en su vida, lo expone directamente al conflicto armado. Sin embargo, la novela no se limita a describir la guerra en sí, sino que se centra en las consecuencias humanas del conflicto. A través de los ojos de Mateo, el lector experimenta el horror, la pérdida y el sufrimiento, pero también la solidaridad y el coraje de aquellos que luchan por defender sus ideales. La novela ofrece una visión matizada y realista de la guerra civil, evitando los clichés y las glorificaciones.
Opinión Crítica de Primera Y Última Tierra
«Primera Y Última Tierra» es una novela poderosa y conmovedora, que destaca por su realismo, suambigüedad y su profundo sentido de la humanidad. José Ardillo ha logrado crear una obra que trasciende el mero relato histórico y que se convierte en una reflexión sobre la condición humana en tiempos de guerra y de crisis. El libro no ofrece respuestas fáciles ni soluciones simplistas, sino que plantea interrogantes esenciales sobre la naturaleza del bien y del mal, sobre la responsabilidad individual y sobre el papel del individuo en la historia. La novela es un excelente ejemplo de la ficción histórica como herramienta para la reflexión y el análisis.
La fortaleza principal de la obra reside en su capacidad para transmitir la angustia y el desasosiego que experimentaron los españoles en aquellos tiempos. Ardillo utiliza un lenguaje preciso y evocador para describir los paisajes, los personajes y las situaciones, invitando al lector a sumergirse en la atmósfera de la época. La novela no se basa en grandes escenas de acción o en heroísmos grandilocuentes, sino que se centra en los detalles, en las pequeñas historias y en los momentos de intimidad. El libro es un homenaje a la memoria histórica y a la necesidad de comprender el pasado para evitar repetir los errores del futuro. Recomiendo esta novela a aquellos lectores que buscan una obra de ficción profunda y significativa.
La narración pausada y la atención al detalle, lejos de resultar monótona, contribuyen a la atmósfera de tensión y reflexión que caracteriza a la obra. Ardillo consigue que el lector empatice con Mateo, identificándose con sus dudas, sus miedos y sus esperanzas. La novela invita a la contemplación y al debate, y a la conclusión de la lectura, el lector se siente inquieto y reflexivo. Además, el autor ha logrado crear una banda sonora evocadora, con la música y el lenguaje de la época. «Primera Y Última Tierra» es una novela que merece ser leída y releída, y que sigue siendo relevante en nuestros días.


