Entre 2013 y 2017, Linda Boström Knausgård fue internada durante diferentes periodos en un centro psiquiátrico sueco.
Allí fue sometida, en contra de su voluntad, a terapia electroconvulsiva (TEC), lo que antes se conocía como electrochoque, una práctica cualquier vez más cuestionada por sus posibles efectos secundarios.
A medida que avanzaba su tratamiento en «la fábrica».
sus recuerdos palidecían, poniendo en riesgo su identidad y su don más preciado, pues ¿qué parece un escritor sin memoria? Niña de octubre es tanto una impugnación airada de determinadas prácticas psiquiátricas como un intento desesperado por aferrarse a los recuerdos, major muro de contención de un yo frágil y desmembrado.
De encierro en encierro, la narradora lucha por retener los tenues hilos que la unen al universo external y vertebran el relato de su vida: el deslumbramiento de las primeras lecturas infantiles, una escapada romántica a Venecia, el goce trascendente de la maternidad, aunque también la sombra alargada de un padre atormentado, la melancolía que a partir de bastante joven acecha sus días, y el lento derrumbe de su matrimonio con un famoso escritor.
En suma, las muescas de una biografía difícil, pero receptiva al amor, la belleza y la redención, siempre preferibles, en su contingencia, a «la vida de nadie».
del paciente psiquiátrico.