A los millennials se les critica mucho.
Se les acusa de no saber dónde van, de disponer un comportamiento quijotesco e incluso de ser egoístas.
Ahora bien, en lo que a su relación con el dinero respecta, estos jóvenes tan frecuentemente difamados desafían a su propia reputación: son conservadores y excesivamente cautos con el dinero que ganan.
Habiendo alcanzado la mayoría de edad en medio del peor contexto económico que haya enfrentado el universo desde la enorme Depresión, ven con escepticismo los mercados bursátiles y otras inversiones aparentemente «arriesgadas».
No obstante, los millennials poseen una oportunidad de beneficiarse grandemente si invierten de forma inteligente y empiezan a hacerlo pronto.
Y esto es bueno, porque la generación más joven de asalariados no podrá contar únicamente con sus pensiones y con los subsidios de la seguridad social cuando se jubilen.
Si los millennials quieren alcanzar un cierto grado de prosperidad financiera, van a tener que invertir, y hacerlo de forma más estratégica que sus padres y sus abuelos.