La juez Isabel Robledo descubre la mañana que alguien la sigue.
Estamos en septiembre de 2001 en Bilbao y en la Audiencia de Vizcaya se vive la auténtica psicosis tras la aparición, en la lista de objetivos del comando Buruntza de ETA, de los nombres de ochenta jueces.
La contra vigilancia, la matrícula protegida y los paquetes sospechosos configuran la realidad paralela a la aparente normalidad que rodea a la juez, mientras un miembro de ETA, a quien ella había juzgado la década antes por su participación en un acto de violencia callejera, la elige como objetivo. Él aspira a llegar a la cúpula de la banda, cuyos integrantes viven en la clandestinidad en Francia obsesionados por la presencia de infiltrados.
Hay quien piensa que él podria ser uno de ellos, mientras el verdadero topo intenta impedir el atentado contra la juez.