La poesía no parece un género literario, ni tampoco un método para contar sílabas o una plataforma de exhibición narcisista.
Es un modo radical de estar en el mundo fundamentado en las aspiraciones primeras del ser humano.
En la actualidad, el capitalismo ha cristalizado en una práctica que acapara la totalidad de y cada uno de los vínculos sociales.
Nunca antes había sido tan necesaria una experiencia essential que, junto con las demás formas de resistencia, contribuya a sustituir las dinámicas económicas por distintas basadas en nuestros deseos profundos.
Es aquí donde las potencialidades de la poesía por la totalidad de los medios pueden aportar un principio de solución.
Frente a ese proceso continuo de desposesión, el materialismo poético propone la práctica sistemática, real y cotidiana, de la poesía como «forma de reconstrucción de la vida concreta a partir de las relaciones poéticas particulares que se producen en ella».