«¡Manos a la Obra!» de Carmela Fernández Trujillo, publicado por Bambu Editorial, es una historia que nos recuerda la importancia de la comunidad, la resiliencia y el valor del trabajo bien hecho. La novela, ambientada en un pequeño pueblo con un alma rural, nos sumerge en el día a día de Ada y Valentina, dos hermanas gemelas con una gran conexión y un espíritu emprendedor. La trama, aunque aparentemente sencilla, esconde una profunda reflexión sobre la colaboración, la superación de obstáculos y, sobre todo, la necesidad de unir fuerzas para lograr un objetivo común. Fernández Trujillo consigue crear un ambiente cálido y familiar que inmediatamente te atrapa, invitándote a compartir las vivencias de las protagonistas.
El libro es una invitación a la lectura ideal para todas las edades, aunque especialmente atractiva para los más jóvenes que se identifican con la aventura y el deseo de independencia. Con un lenguaje claro y accesible, la autora consigue transmitir valores esenciales como el respeto al medio ambiente, la importancia de cuidar de los animales y el orgullo de las raíces. Además, «¡Manos a la Obra!» es una historia que, a través del humor y la emoción, nos recuerda que, incluso en los momentos más difíciles, siempre podemos encontrar la manera de hacer lo correcto.
La historia gira en torno a Ada y Valentina, dos gemelas que, tras un devastador temporal que ha afectado gravemente a la protectora de animales donde trabajan, se ven desbordadas por la necesidad de ayudar. Las gemelas, conocidas por su espíritu emprendedor y su amor por los animales, se ven ante la perspectiva de no poder hacer lo suficiente. Ante esta situación, una idea surge: montar un puesto de naranjas a la puerta de su casa para recaudar fondos y, a su vez, ofrecer un producto fresco y natural a la comunidad. Sin embargo, la idea, aunque brillante, se ve rápidamente confrontada con numerosos obstáculos.
El primer reto reside en el coste de establecer el puesto: necesitan materiales, herramientas y, fundamentalmente, naranjas. Pero el verdadero desafío no es económico; es la necesidad de movilizar a los vecinos del pueblo. Cada persona tiene su propia agenda, sus propios problemas y, a menudo, su propia forma de ver las cosas, lo que hace que la tarea de organizar la ayuda sea más compleja de lo que imaginaban. La novela explora de manera sutil las dinámicas sociales de un pequeño pueblo, mostrando las relaciones de amistad, rivalidad y desconfianza que se esconden tras las apariencias. A medida que intentan convencer a los vecinos, las gemelas se enfrentan a la indiferencia, el escepticismo y, en algunos casos, incluso a la hostilidad.
El problema se agrava cuando descubren que su antiguo compañero de clase, un chico que siempre ha odiado a las gemelas y que ahora es un vecino importante del pueblo, está aprovechando la situación para intentar sabotear sus planes. Su actitud arrogante, manipuladora y, en ocasiones, abiertamente negativa, complica aún más la tarea. El libro no se limita a mostrar una simple disputa vecinal; representa la complejidad de las relaciones humanas y cómo los pequeños rencores y las diferencias de opinión pueden convertirse en obstáculos importantes para alcanzar un objetivo común. La novela también presenta un retrato realista de las dificultades que enfrentan los pequeños negocios y la importancia de la perseverancia para superar las adversidades.
A medida que las gemelas avanzan en su plan, la novela se convierte en una aventura llena de sorpresas y desafíos. No solo tienen que lidiar con la oposición de algunos vecinos, sino también con sus propios miedos e inseguridades. Ada, la más práctica y pragmática de las dos, se encarga de organizar la logística del puesto, mientras que Valentina, la más creativa y optimista, se dedica a promocionar el negocio y a convencer a los vecinos de que el jugo de naranja recién exprimido es una bebida deliciosa y saludable. El libro enfatiza la importancia del trabajo en equipo y la complementariedad de los talentos individuales.
La dinámica entre Ada y Valentina es fundamental para el desarrollo de la historia. A pesar de sus diferencias, se apoyan mutuamente, se animan y se ayudan a superar los momentos de duda. A través de sus interacciones, Fernández Trujillo explora la complejidad de la relación fraternal, mostrando la importancia del amor, el respeto y la confianza para lograr un objetivo común. Además, la novela introduce un personaje secundario, el viejo Don José, un ex-agricultor sabio y amable que les ofrece consejos valiosos y les ayuda a encontrar soluciones creativas a sus problemas. Don José personifica la experiencia y la sabiduría del pueblo y se convierte en un mentor para las gemelas.
A medida que las naranjas empiezan a volar, y el puesto de naranja se convierte en un éxito rotundo, la novela alcanza su clímax cuando Don José, aprovechando su conocimiento de la zona, descubre un nuevo y rentable negocio que complementa el de las naranjas: la venta de productos locales artesanales. Esto demuestra la importancia de la innovación y la adaptación a los cambios, pero también la necesidad de mantener la coherencia con los valores iniciales del proyecto. Este giro inesperado añade un elemento de sorpresa a la trama y refuerza el mensaje principal de la novela: que la colaboración y el esfuerzo colectivo pueden llevar a resultados sorprendentes.
Opinión Crítica de ¡Manos A La Obra!:
«¡Manos a la Obra!» es una novela que recomiendo ampliamente, especialmente a familias con niños o jóvenes que disfrutan de las historias con un mensaje positivo. Carmela Fernández Trujillo ha logrado crear un universo literario atractivo y lleno de vida, con personajes entrañables y una trama que engancha desde el primer momento. La novela tiene un ritmo ágil, con capítulos cortos y fáciles de leer, lo que la hace ideal para niños y adolescentes.
La autora no solo ha creado una historia entretenida, sino que también ha transmitido valores importantes como la responsabilidad, la solidaridad, el esfuerzo y la perseverancia. La novela nos recuerda que, a menudo, las soluciones a nuestros problemas se encuentran en la colaboración y en el apoyo de nuestros vecinos. Además, el lenguaje utilizado es claro, directo y accesible, lo que facilita la comprensión a los lectores más jóvenes.
Sin embargo, aunque la novela es unida en su construcción, a veces la trama puede resultar un poco predecible. Algunos de los obstáculos que enfrentan las gemelas son típicos de las historias de emprendedores, lo que puede restar un poco de sorpresa a la trama. No obstante, este pequeño fallo no empaña la calidad general de la novela, que sigue siendo una lectura agradable y enriquecedora. Recomiendo leerla en voz alta para disfrutar plenamente de la narración y del tono amable y optimista de la autora.
«¡Manos a la Obra!» es una novela que merece ser leída y que puede servir de inspiración para los lectores más jóvenes que sueñan con hacer del mundo un lugar mejor. Un libro conyuntura a lectura, entretenido, inspirador y, sobre todo, con un mensaje valioso.


