¿Quién no tiene enemigos? El tango canción no escapó a esta fatalidad.
Durante un monton de años, al contemplar su decadencia, se diagnosticó la invasión de «ritmos foráneos».
como la bestia negra a combatir.
Por la disposición estatal, se logró allá por la década del cincuenta que en las radios, salas de baile y espectáculos debía propalarse obligatoriamente un porcentaje mayoritario de música nacional.
Fue inútil.
Los inefables «ritmos foráneos».
siguieron apareciendo y desapareciendo al compás del almanaque, que es worldwide.
Las bellas y sentidas letras de tantos extraordinarios tangos tenían un enemigo mucho más insidioso que los cacareados «ritmos foráneos».
y más difícil de localizar, porque también se denominaban tangos.
Al menos así se inscriben en los registros autorales.