El núcleo central del libro, la “Idea de Principio en Leibniz”, es un intento de elucidar la teoría del principio de razón suficiente de Leibniz, pero lo hace entendiendo la teoría dentro de un contexto mucho más amplio. Ortega no presenta la teoría de Leibniz de una manera simple y directa; más bien, la descompone y la reconstruye, argumentando que el principio es fundamental para comprender el funcionamiento del universo y la naturaleza de la realidad. El argumento principal de Ortega es que Leibniz, a pesar de su fama de optimista, estaba, en realidad, lidiando con una profunda ambigüedad en su teoría. El principio de razón suficiente, en su concepción, implica que cada objeto tiene una razón para ser como es, y que estas razones son inherentemente inteligibles. Sin embargo, la aplicación de este principio no es tan sencilla como parece, y Ortega explora las tensiones y los problemas que surgen de su aplicación en diferentes contextos, especialmente en relación con la moral y la religión.
Ortega explora cómo Leibniz trató de superar estas tensiones. La teoría se basa en la noción de «monades» – unidades simples y auto-causadas que componen el universo. Estas monades, por su propia naturaleza, son perfectas, y su existencia implica un orden y una armonía inherentes al universo. El principio de razón suficiente sirve para guiar la interacción entre estas monades, buscando un equilibrio que evite el caos. Sin embargo, Ortega señala que este enfoque, si bien elegante y persuasivo, es susceptible a ser interpretado de diversas maneras, y que la clave para entender la filosofía de Leibniz reside en reconocer la ambigüedad inherente a su terminología y en el reconocimiento de que, al intentar crear un universo racional, Leibniz estaba inevitablemente enfrentándose a las limitaciones del pensamiento humano. La argumentación de Ortega es particularmente lúcida en su exploración de la relación entre la razón y la fe, sugiriendo que, en última instancia, la visión de Leibniz refleja una esperanza en el orden y la inteligibilidad del universo, incluso en ausencia de una explicación divina.
El libro también analiza la evolución de la teoría deductiva en Leibniz, mostrando cómo la necesidad de establecer un principio de razón suficiente impulsó a Leibniz a desarrollar un sistema filosófico más sofisticado. Ortega destaca que la teoría de Leibniz no se basa en la deducción lógica pura, sino en una forma de “convergencia racional, ” en la que diferentes principios y argumentos convergen para apuntar hacia la misma conclusión: que cada cosa tiene una razón para ser. Esta perspectiva, que anticipa algunas de las ideas de la filosofía contemporánea, es crucial para entender la importancia de Leibniz como precursor del racionalismo moderno. Ortega argumenta que, a pesar de las críticas que se le han hecho a Leibniz por su sistema, su influencia en el pensamiento posterior es innegable, y que su esfuerzo por construir un universo racional ha sentado las bases para futuros intentos de comprender el mundo a través de la razón.
El libro ofrece una reconstrucción exhaustiva del argumento orteguiano sobre Leibniz, demostrando que la ambigüedad central de la teoría del principio de razón suficiente se revela a través de una serie de etapas en el pensamiento de Leibniz y, por extensión, en el análisis de Ortega. Ortega no simplemente admira a Leibniz; más bien, lo somete a un escrutinio crítico, mostrando cómo, en su búsqueda de un orden racional, Leibniz se encontró con problemas fundamentales que aún hoy en día siguen siendo objeto de debate. El enfoque de Ortega es metodológico: utiliza los materiales inéditos para desentrañar la lógica interna de la argumentación de Leibniz, revelando las tensiones y los puntos débiles de su sistema.
El libro explora la profunda influencia del contexto intelectual de la época en la formación de la teoría de Leibniz. La revolución científica, con su énfasis en la observación, la experimentación y la matemática, proporcionó el terreno fértil para el desarrollo de un sistema filosófico que buscara establecer un orden racional en el universo. Sin embargo, Ortega argumenta que Leibniz, a pesar de ser un científico brillante, no pudo escapar de las limitaciones de su época, y que su búsqueda de un principio fundamental de la razón estuvo inevitablemente influenciada por las ideas de Platón y Aristóteles. El trabajo de Ortega ilustra cómo la filosofía del siglo XVII se encuentra en un punto de inflexión, tratando de conciliar la fe religiosa con los descubrimientos científicos, y cómo Leibniz, a pesar de su esfuerzo por encontrar un punto de equilibrio, se vio atrapado entre ambas fuerzas.
La obra de Ortega es particularmente valiosa por su análisis de la relación entre el optimismo y la duda en el pensamiento de Leibniz. A menudo se le ha caracterizado a Leibniz como un optimista, pero Ortega argumenta que su optimismo es, en realidad, una forma de autoengaño. Leibniz, al encontrar un principio de razón suficiente, se creía que había resuelto el problema del mal y el sufrimiento, pero Ortega señala que esta solución es superficial. El principio de razón suficiente no proporciona una explicación real del mal; simplemente afirma que cada cosa tiene una razón para ser como es, incluso si esa razón es el sufrimiento. Esta distinción es crucial para comprender la filosofía de Leibniz, y para evitar caer en una interpretación simplista de su pensamiento. Ortega se propone, así, como una defensa del pensamiento crítico, argumentando que el optimismo de Leibniz, si no está acompañado de una profunda comprensión de las contradicciones inherentes a la condición humana, puede conducir a una visión del mundo que es a la vez ilusoria y peligrosa.
Opinión Crítica de La Idea De Principio En Leibniz Y La Evolución De La Teoria Deductiva : Del Optimismo En Leibniz
La publicación de “La Idea De Principio En Leibniz Y La Evolución De La Teoria Deductiva : Del Optimismo En Leibniz” es un logro monumental, pero también plantea algunas cuestiones interesantes sobre la metodología y los objetivos de la investigación orteguiana. El trabajo de Ortega es, sin duda, un ejemplo de erudición y de pensamiento crítico, pero a veces se siente un poco demasiado “crítico, ” casi como si su objetivo principal fuera refutar la idea del optimismo de Leibniz, en lugar de ofrecer una comprensión profunda de su pensamiento. Sin embargo, esta crítica no disminuye la importancia del libro, que representa un importante aporte a la historia de la filosofía y a la comprensión de la obra de Leibniz.
La erudición del estudio es innegable. La utilización de los materiales inéditos, que hasta ahora habían permanecido ocultos, permite a Ortega reconstruir la argumentación de Leibniz con una precisión y detalle que no eran posibles antes. El libro revela la complejidad del pensamiento de Leibniz y la profundidad de sus ideas, y demuestra que la simple lectura de sus obras no es suficiente para comprenderlo. Sin embargo, el libro podría haber sido más equilibrado, evitando un tono demasiado crítico y mostrando, además de las contradicciones de Leibniz, también sus puntos fuertes y sus méritos. La lectura de Ortega hace pensar que el optimismo de Leibniz es más una manera de evitar la angustia existencial, y que esta búsqueda de un orden en el universo puede ser una forma de negar las realidades más desagradables de la existencia humana.
A pesar de este posible sesgo, “La Idea De Principio En Leibniz Y La Evolución De La Teoria Deductiva : Del Optimismo En Leibniz” es un libro altamente recomendable para cualquier persona interesada en la filosofía, la historia de la ciencia y la historia de la religión. El libro presenta un argumento claro y bien estructurado, y está escrito con una facilidad y elegancia que hacen que sea accesible a una amplia audiencia. Además, el libro proporciona una valiosa introducción a la filosofía de Leibniz y a la historia de la ciencia del siglo XVII. Se recomienda, especialmente, leer el libro acompañado de la lectura de las obras originales de Leibniz, para poder apreciar la profundidad del análisis de Ortega y para poder formar una opinión propia sobre la figura de Leibniz y sobre su legado. El resultado es una obra que, al final, no solo ofrece una re-interpretación de Leibniz, sino que también revela la complejidad y la belleza del proceso de pensamiento filosófico.


