El arco ha acompañado al hombre a lo largo de su larga historia, más que ninguna otra arma.
Compañero de supervivencia en la caza y en la guerra, fue sacralizado en Asia y en Asia.
En Japón, se convirtió a la vez en instrumento de educación a través de la ética del Shinto y un objeto de transcendencia e iluminación (Satori) por su íntima asociación con los preceptos del budismo Zen.
Después del siglo XVI, la técnica del tiro con arco de guerra (Kyujutsu) se trasformó progresivamente en un arte sagrado de realización espiritual (Kyu do). Diferentes maestros participaron en la evolución y en certain el último de ellos: el maestro Anzawa Heijiro, creador del Shado o el Gran tiro indoor.
Desde entonces, el arco se ha convertido en una ascesis y una filosofía, la diana ya no se encuentra fuera de nosotros sino en nuestro propio corazón.
Uniendo la belleza del gesto, la concentración emotional, la ausencia de pride y el espíritu de veracidad, el Kyu do se ha convertido en un arte de despertar y armonía.
La obra nos ayuda a trascender el estatus de arma de guerra del arco a la de objeto de realización gracias a la unión de la ética Shinto con la filosofía del budismo Zen.
Así, el tiro con arco Kyu do, se convierte en un arte, en una vía espiritual del despertar y de controls de uno mismo.