No importa cuán terribles sean nuestras experiencias en la vida, siempre hay una salida, una explicación, aunque especialmente la oportunidad de descubrirnos a nosotros mismos. Ana María García Fernández en su Hija de un agresor se desnuda, cuenta su historia, partiendo de los orígenes, nos muestra un claro ejemplo de las dificultades a las que nos enfrentamos, nos hace comprender que, contra toda expectativa de nosotros o de nuestra familia, si queremos es factible cambiar.
Podemos ir en busca de algo mejor, podemos distanciarnos de un pasado que nos atormenta que nos hace sufrir y podemos con nuestra fuerza y con la compañía adecuada construir una nueva vida. Es un libro lleno de secretos, en el que la autora se cuenta a sí misma, a nosotros y a sus hijos, haciéndoles comprender que la esperanza es la última en morir y que debemos de seguir luchando porque un ganador es un soñador que nunca se da por vencido (Mandela). Pero especialmente no olvidar nunca lo que fue, porque cualquier experiencia, cualquier desafío, cualquier image que nos ha hecho daño ha contribuido de alguna forma a la creación de nuestro ser.