«Guiaburros El Arte de Educar» se basa en la premisa de que una sociedad educada, en su máxima expresión, es aquella en la que cada individuo ha recibido, a lo largo de su vida, los nutrientes necesarios para el desarrollo completo de sus potencialidades. Daniel Pérez argumenta que esta «sociedad internauta, » armada y nutrida en sus múltiples dimensiones, es el modelo que debemos aspirar a construir y transmitir a nuestros hijos, alumnos y menores. El libro se articula en torno a una serie de
, el fomento de la
y adaptable, alguien que no solo domine el contenido de lo que enseña, sino que también sea capaz de comprender las necesidades y potencialidades de cada estudiante.
Pérez introduce la idea de la «Educación como Arte», resaltando la importancia de la
y el apoyo a los estudiantes en sus estudios.
Finalmente, «Guiaburros» reconoce la influencia del
en el proceso de educación. El autor sostiene que un educador debe estar al tanto de los problemas y desafíos de su entorno, y adaptar su enseñanza a las necesidades de su comunidad. Éste reconocimiento de la diversidad y la complejidad del mundo es fundamental para una educación significativa y relevante. El autor deja claro que el educador debe estar al servicio del hombre.
Opinión Crítica de Guiaburros El Arte De Educar: Un Manual Para Familias Y Educadores
«Guiaburros El Arte de Educar» es un libro valioso que ofrece una visión refrescante y necesaria de la educación en la sociedad actual. La obra de Daniel Pérez se distingue por su profundidad conceptual, su enfoque holístico y su relevancia práctica. Aunque algunas de sus ideas pueden parecer idealistas, el libro ofrece un marco de referencia sólido y adaptable a las diversas realidades educativas. La obra, sin duda, está influenciada por las corrientes filosóficas del humanismo y el existencialismo, buscando redescubrir el propósito fundamental de la educación, que es ayudar al ser humano a alcanzar su pleno potencial.
Uno de los puntos fuertes del libro es su crítica al modelo educativo dominante, que se centra en la competencia, la memorización y la especialización. Pérez argumenta que este modelo es reduccionista y deshumanizante, ya que no tiene en cuenta la complejidad del ser humano ni su capacidad para el aprendizaje a lo largo de toda la vida. La crítica a la «tecnocracia» educativa es especialmente pertinente en un momento en que la tecnología está transformando radicalmente la sociedad y la educación. Sin embargo, es importante señalar que el libro no se limita a una crítica, sino que ofrece una propuesta alternativa basada en una visión más humana y significativa de la educación.
No obstante, la obra no está exenta de algunas debilidades. En ocasiones, el libro puede parecer demasiado general y abstracto, lo que dificulta su aplicación práctica. Además, algunas de las estrategias propuestas, como el uso del «método del diálogo» o la «educación en valores», pueden resultar difíciles de implementar en el contexto de un aula de clases. Sin embargo, estas limitaciones no disminuyen el valor del libro, sino que pueden considerarse como una invitación a reflexionar sobre la naturaleza de la educación y a buscar soluciones innovadoras para los desafíos que enfrentamos.
La frase de María del Carmen Sánchez Rojas Fenoll, que enfatiza la necesidad de que el educador se ajuste al entorno político y social en el que se desarrolla sus enseñanzas, es central para entender el enfoque de «Guiaburros». El educador no puede ser un agente aislado, sino que debe estar en constante diálogo con su comunidad y con el mundo que le rodea. Esto implica asumir una postura crítica y comprometida, y utilizar la educación como una herramienta para promover el cambio social. «Guiaburros» es un libro que invita a todos los que creen en el poder de la educación para construir un mundo más justo, más humano y más sostenible. Se recomienda, además, la lectura con la intención de adaptar las ideas de Daniel Perez a los contextos individuales.


