«Vía Crucis» se centra, de manera crucial, en la historia del Padre Burke, quien, en 1886, investiga una serie de asesinatos brutales en Gideon Falls. Lo que inicialmente parece un simple caso de asesinato a gran escala pronto se revela como algo mucho más siniestro. El Padre Burke, obsesionado con la búsqueda de la verdad, se ve arrastrado a una red de secretos ancestrales y presencias sobrenaturales que amenazan con consumirlo. La trama se complica enormemente al descubrir que el asesino en el pasado no solo se mueve a través del tiempo, sino que parece estar vinculado a la propia historia de Gideon Falls y al “Granero Negro”, la estructura arquitectónica central que actúa como punto de convergencia de la locura y la muerte.
El ritmo de «Vía Crucis» se acelera drásticamente. Sorrentino, en colaboración con Lemire, crea una atmósfera frenética, casi claustrofóbica, que refleja la creciente desesperación de los personajes y la naturaleza impredecible de la amenaza que enfrentan. Las páginas se llenan de imágenes surrealistas y perturbadoras, que refuerzan la sensación de que estamos adentrándonos en un mundo donde las reglas de la realidad no se aplican. El arte de Sorrentino, caracterizado por su estilo expresivo y su uso innovador de la composición y la tipografía, se vuelve aún más impactante en este volumen.
El misterio en torno a Norton Sinclair, el personaje que ha estado apareciendo y desapareciendo a lo largo de la saga, se intensifica. Se revela que no solo es un asesino, sino que parece tener una conexión directa con el Granero Negro y, lo que es más inquietante, parece ser un instrumento para despertar o mantener una presencia mucho más antigua y terrible. La línea entre la memoria y la ilusión se desdibuja cada vez más, y el lector se ve obligado a cuestionar la identidad de Norton Sinclair: ¿es un simple asesino, un ángel caído, o algo completamente diferente?
El corazón de «Vía Crucis» reside en la creciente desesperación del Padre Burke mientras intenta detener la amenaza que se cierne sobre Gideon Falls. Su investigación lo lleva a reconstruir los eventos del pasado, revelando una historia de adoración profana, rituales oscuros y una conexión insidiosa entre la comunidad y el Granero Negro. La narrativa explora la idea de que el Granero Negro no es solo un edificio, sino un portal, una puerta a un plano de existencia donde el tiempo se distorsiona y la sanidad mental se desvanece. La construcción se alarga y se vuelve más descorazonadora.
La amenaza que representa Norton Sinclair se hace cada vez más palpable. Se le describe como una figura que se mueve entre épocas, apareciendo en momentos cruciales de la historia de Gideon Falls para sembrar el caos y la confusión. Es un antagonista que no se limita a cometer asesinatos, sino que parece estar intentando manipular la realidad a su antojo, alimentado por una fuerza que es mayor y más antigua que la humanidad. A través de flashbacks y narraciones paralelas, Sorrentino y Lemire construyen un tapiz complejo que involucra a personajes de épocas pasadas, creando una sensación de interconexión temporal que profundiza el horror de la situación.
La revelación gradual de la verdadera naturaleza del Granero Negro es un elemento central de la trama. Se descubre que no es un simple edificio, sino un «receptor» de energías psíquicas, un instrumento para canalizar y amplificar la locura que se propaga a través de Gideon Falls. Los rituales que se llevan a cabo dentro del Granero Negro no son meras profanaciones, sino intentos desesperados de contener la influencia de esta entidad desconocida. La exploración de la fe y la duda es particularmente efectiva en este volumen, ya que los personajes se enfrentan a dilemas morales y religiosos que ponen a prueba su cordura.
Opinión Crítica de Gideon Falls 3. Vía Crucis
«Vía Crucis» es, sin duda, el clímax de la saga «Gideon Falls». Jeff Lemire y Andrea Sorrentino han creado una obra maestra del horror psicológico que desafía las convenciones del género. El libro es una experiencia visceralmente perturbadora, que dejará al lector reflexionando sobre los temas que plantea durante mucho tiempo después de haberlo terminado. La ejecución visual de Sorrentino es, sin duda, uno de los puntos fuertes del libro, y su estilo único se ha adaptado a la perfección al tono de la historia.
La trama es compleja y llena de giros inesperados, pero siempre coherente con el universo creado por Lemire. El ritmo frenético y la atmósfera opresiva se combinan para crear una sensación de desesperación inminente. La escritura de Lemire espoña y el uso del lenguaje es, de nuevo, perfecto. La tensión aumenta de forma implacable a medida que los personajes se enfrentan a un horror cada vez más profundo. El final, aunque abierto a interpretaciones, es satisfactorio y legítimo, y deja al lector con la sensación de haber presenciado una tragedia de proporciones épicas.
Recomendaciones:
- Para fans del horror psicológico: Este libro es una visita obligada. Es una obra maestra del género, que ofrece una experiencia única y profundamente perturbadora.
- Para aquellos que disfruten de las historias con elementos sobrenaturales y de misterio: La trama intrincada y llena de secretos hará que los mantenga enganchados desde la primera página.
- Para aquellos que aprecien el arte de Andrea Sorrentino: El estilo visual del artista es verdaderamente innovador y contribuye enormemente a la atmósfera general de la obra.
«Gideon Falls 3. Vía Crucis» es una lectura imprescindible para cualquier amante del terror y las historias que desafían la realidad.


