Cuando la memoria deja de ser el espejo que arroja la imagen de lo que somos, solo resta depositar la confianza en aquello que el instinto aprueba y reconoce como legítimo.
Dejarse llevar por un destino azaroso se impone como única salida.
Alex deja atrás un desierto yermo, un vacío que ce empuja hacia delante con la esperanza de volver a encontrar la realidad de su existencia.
Adolfo, por contra, avanza diligente por la vida sin ser consciente de que el rumbo proyectado puede verse alterado por acontecimientos que escapan a su gobierno.
El hombre del sombrero fedora es la novela acerca de 2 hombres que se enfrentan al futuro desde 2 perspectivas dispares y, en cambio, yuxtapuestas por la actividad artística común; un relato donde el mar adquiere un protagonismo juicioso y se transforma en la llave que abre la puerta de lo incomprensible.
Un mar que no cesa, que nos regala la memoria y nos devuelve nuestro ser.
Al fin y al cabo, si hay alguna zona que puedan extirparnos para dejar de ser nosotros, esa es la memoria.