La narrativa de «El Hijo del Trapero» comienza con un retrato conmovedor de la infancia de Issur Herschelevitch Danielovitch, en el Bronx de Nueva York, en la década de 1920. Douglas describe con un realismo impactante las condiciones de pobreza en las que creció, hijo de padres inmigrantes rusos que sufrieron las consecuencias de los pogroms y que, para sobrevivir, se convirtieron en traperos. Su padre, como muchos otros inmigrantes, luchaba para mantener a su familia, y Douglas, desde muy joven, se sumergió en este mundo, aprendiendo el oficio de trapero en diversas ocasiones, una experiencia que dejó una huella profunda en su personalidad y en su visión de la vida. Esta parte de la historia es fundamental para entender la formación del personaje que luego sería Kirk Douglas, un hombre marcado por la pobreza, la lucha y la necesidad de ganar la vida con sus propias manos. Es una declaración de principios y una fuente de humildad que influirían en todo su futuro.
La transición a la vida artística es gradual pero firme. Douglas describe su incursión en el mundo del teatro, su formación en la Yale Drama School y su primer contacto con el mundo del cine. Su llegada a Hollywood, a principios de la década de 1940, es descrita como un momento de incertidumbre y desafíos. A pesar de su talento y su persistencia, Douglas se encuentra enfrentando la dura competencia de los estudios de Hollywood, que, al principio, no le ven como un potencial estrella. Sin embargo, Douglas no se desanima y, con su inquebrantable determinación y su capacidad para la auto-producción, se las ingenía para conseguir roles y a producir sus propias películas, desafiando la autoridad de los grandes productores y demostrando su independencia y su talento. Este aspecto es crucial para entender su éxito, ya que él fue, en gran medida, un pionero en su propia carrera, rompiendo esquemas y demostrando que el talento y la perseverancia pueden vencer a cualquier obstáculo.
El libro es una crónica detallada de la carrera cinematográfica de Kirk Douglas, pero también una profunda reflexión sobre la vida, el arte y el sueño americano. La narración está estructurada cronológicamente, desde su infancia en el Bronx hasta los años de su mayor éxito. Douglas relata sus primeras experiencias en el teatro, su primer contacto con Hollywood y los desafíos que enfrentó para ganarse un lugar en la industria. No rehúye los momentos difíciles, como los conflictos con los estudios, las rechazos y las presiones del ambiente laboral. A través de estas experiencias, el autor ofrece una visión honesta y sin filtros del mundo del cine, mostrando tanto sus aspectos glamurosos como sus aspectos más oscuros.
Además de contar sobre sus películas – incluyendo sus colaboraciones con Alfred Hitchcock y Billy Wilder – Douglas comparte anécdotas sobre sus relaciones con otras figuras de Hollywood, como Marilyn Monroe y Ava Gardner. Relata sus encuentros con grandes personalidades del cine, sus debates con directores y actores, y sus propios encuentros con el glamour y la fama. Estas historias, a menudo divertidas y a veces conmovedoras, ofrecen una ventana al universo de la industria del entretenimiento de la época. Sin embargo, Douglas también ofrece una perspectiva crítica sobre la fama, la fortuna y el poder, advirtiendo sobre los peligros de la idolatría y el consumismo.
Opinión Crítica de El Hijo Del Trapero
«El Hijo del Trapero» es un libro extraordinariamente honesto y personal. Kirk Douglas no se presenta como un héroe, sino como un hombre real, con sus virtudes y sus defectos. Lo que hace que esta autobiografía sea tan impactante es su capacidad para transmitir la vivacidad y la vitalidad del autor. Douglas escribe con pasión y emoción, y el lector se siente como si estuviera escuchando al autor contar sus historias en persona. La narración no es sólo unael relato de su vida, sino también unale reflexión sobre el proceso creativo y sobre la importancia de nunca perder el contacto con las raíces.
Sin embargo, el libro no es perfecto. En ocasiones, la narrativa puede resultar un tanto dispersa y repetitiva, especialmente cuando Douglas describe sus relaciones con otras personalidades. Además, algunos de sus comentarios sobre los estudios de Hollywood pueden resultar un poco simplistas y condescendientes. No obstante, estos pequeños defectos no empañan la grandiosa obra. “El Hijo del Trapero” es una lectura imprescindible para los amantes del cine, para aquellos que se sienten atraídos por las historias de superación y para aquellos que desean conocer la vida y la personalidad de uno de los iconos más grandes de Hollywood. Recomendado al 100% para aquellos que buscan una perspectiva única sobre la industria y el arte del cine, y para apreciar la trayectoria de un hombre que, a pesar de todos los obstáculos, logró alcanzar el sueño americano.


