González construye “El Gran Sueño de China” en torno a la idea central de que el programa chino no es una simple copia del modelo occidental, sino una adaptación innovadora, diseñada específicamente para las circunstancias y necesidades de China. El libro desglosa este programa en tres pilares fundamentales: primero, el control tecnológico a través de iniciativas como la «Made in China 2025», que busca dominar sectores estratégicos como la inteligencia artificial, la robótica y la biotecnología. Segundo, el capitalismo de estado, donde el gobierno desempeña un papel central en la economía, dirigiendo la inversión, estableciendo estándares y promoviendo empresas estatales de alta tecnología. Y tercero, el tecno-socialismo, un concepto que González define como un sistema que utiliza la tecnología no solo para el crecimiento económico, sino también para la seguridad social y la confianza en la sociedad.
El libro explora cómo esta combinación se traduce en la implementación de una vasta red de vigilancia y control social, permitiendo al gobierno monitorizar el comportamiento de los ciudadanos, reprimir la disidencia y mantener el orden público de manera eficiente. Esta infraestructura de vigilancia se complementa con un sistema de crédito social, que recompensa a los ciudadanos por comportarse de acuerdo con las normas establecidas por el gobierno y penaliza a aquellos que se desvían de estas normas. El objetivo de este sistema es fomentar la confianza entre los ciudadanos y el gobierno, y crear una sociedad más armoniosa y productiva. Sin embargo, González no se limita a describir esta infraestructura de control; analiza cómo esta se utiliza para gestionar la economía y promover el desarrollo social.
Para garantizar la confianza, China ha implementado sofisticados sistemas de “puntos de crédito social”, que registran y evalúan el comportamiento de sus ciudadanos. Estos sistemas, basados en datos recopilados a través de diversas fuentes, desde transacciones financieras hasta interacciones en redes sociales, otorgan recompensas a quienes cumplen con las normas establecidas y penalizan a aquellos que las infringen. Esta herramienta permite al gobierno influir en el comportamiento de la población, incentivando la colaboración, la honestidad y la conformidad, y disuadiendo la disidencia y el comportamiento desviado. Además, se ha implementado un sistema de control muy estricto de la información, buscando limitar la difusión de ideas consideradas subversivas.
El libro también explora la idea del “capitalismo de estado” en China, donde el Estado desempeña un papel activo en la economía, no sólo a través de la propiedad de empresas, sino también a través de la formulación de políticas y la dirección de la inversión. Este modelo se basa en el principio de que el mercado debe estar guiado por el interés nacional, y que el Estado tiene un papel fundamental en la promoción del desarrollo económico y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. El objetivo de esta política es, en definitiva, la dominación de China y el restablecimiento de su poderio.
González sostiene que la clave del éxito del programa chino radica en su capacidad para aprovechar las fortalezas del capitalismo y del socialismo, mientras que también incorpora elementos innovadores que no se encuentran en los modelos occidentales. El autor argumenta que China ha logrado combinar la eficiencia del mercado con la seguridad social y el control estatal, creando un sistema que es a la vez dinámico y estable.
El libro se centra en el papel de la tecnología como motor del desarrollo económico y social en China. El autor examina cómo las inversiones masivas en investigación y desarrollo, junto con la adopción de tecnologías de vanguardia, han impulsado el crecimiento económico de China y han convertido al país en un líder mundial en sectores como la inteligencia artificial, la robótica y la biotecnología. Sin embargo, González también advierte sobre los riesgos asociados con este rápido desarrollo tecnológico, incluyendo la posible pérdida de privacidad, la concentración de poder en manos del Estado y el uso de la tecnología para la vigilancia y el control social.
Una de las contribuciones más significativas del libro es su análisis de la narrativa de poder que impulsa el “Gran Sueño”. González explora cómo el gobierno chino utiliza la propaganda, el control de los medios de comunicación y la educación para promover su visión del futuro y para legitimar sus políticas. El autor argumenta que esta narrativa, que se basa en la idea de que China tiene el derecho de recuperar su estatus de líder mundial, es fundamental para el éxito del programa. Esta narrativa de “restauración del orgullo nacional” se refuerza constantemente a través de la exposición del éxito económico de China y la crítica a las democracias occidentales.
El libro también analiza la relación compleja entre China y el resto del mundo. González argumenta que el “Gran Sueño” no es sólo un programa interno, sino también una estrategia geopolítica destinada a desafiar el orden mundial liderado por Estados Unidos. El autor analiza cómo China está utilizando su creciente poder económico y tecnológico para ganar influencia en el ámbito internacional, y cómo está desafiando las normas y valores occidentales. Esta competencia, impulsada por la carrera armamentística tecnológica y la expansión de la influencia económica, aumenta la tensión geopolítica y plantea serias preguntas sobre el futuro del orden mundial.
Opinión Crítica de El Gran Sueño De China. Tecno-Socialismo Y Capitalismo De Estado
González ofrece un análisis perspicaz y matizado del programa chino, evitando tanto el entusiasmo bélico de algunos críticos como el optimismo ingenuo de otros. El libro es una lectura obligada para cualquiera que esté interesado en comprender la dinámica de poder en el siglo XXI y las implicaciones del ascenso de China. Sin embargo, el autor no se limita a ofrecer un análisis neutral; también expresa sus preocupaciones sobre los riesgos asociados con el “Gran Sueño”, incluyendo la pérdida de libertad individual, la concentración de poder y la amenaza a la paz mundial.
A pesar de la importancia del libro, es crucial reconocer que González está inmerso en un contexto particular. Su análisis se basa en la información disponible en el momento de la publicación, y en su experiencia como observador de la cultura y la política china. No obstante, el libro podría beneficiarse de un análisis más profundo de las motivaciones políticas y económicas de Xi Jinping y su círculo íntimo. La pregunta sobre la verdadera agenda del presidente no está totalmente abordada. A pesar de esto, el autor logra un equilibrio entre la descripción de las políticas, el análisis de sus consecuencias y la evaluación de sus implicaciones para el futuro.
El libro invita a una reflexión importante sobre nuestra propia sociedad. Si bien el “Gran Sueño” presenta desafíos importantes, también ofrece algunas lecciones valiosas. Por ejemplo, el enfoque chino en la innovación tecnológica, la inversión en infraestructura y la mejora de la educación puede servir de inspiración para otros países. Sin embargo, es esencial que abordemos estos aspectos con cautela, evitando la imitación ciega y adoptando un enfoque adaptado a nuestras propias circunstancias. El libro nos recuerda que la tecnología no es inherentemente buena o mala; su impacto depende de cómo la utilizamos.
Para una comprensión más completa, sería beneficioso considerar el libro como un punto de partida para un debate más amplio sobre el futuro del capitalismo, el papel de la tecnología en la sociedad y las posibles alternativas al modelo occidental. El trabajo de González no ofrece respuestas definitivas, sino que plantea preguntas cruciales que debemos abordar con honestidad y rigor. La advertencia final del autor, sobre la posibilidad de que la autocracia demuestre ser más eficiente en la gestión de los problemas, debería considerarse con seriedad, y nos invita a una reflexión profunda sobre el futuro de nuestras propias democracias y sociedades.
