El libro se articula en torno a la idea central de que la fotografía, desde sus inicios, ha sido un medio de poder, una herramienta utilizada para definir y controlar la realidad. Ledo rastrea la historia de la fotografía, desde sus primeras experimentaciones con la cámara oscura hasta el surgimiento del daguerrotipo y la posterior invención del fotograma. Sin embargo, la obra no se limita a una cronología puramente histórica. En cada etapa, Ledo analiza cómo la mirada masculina –la de los inventores, los artistas, los críticos– ha definido lo que se consideraba «valioso» en la imagen y, por extensión, cómo ha moldeado la percepción del mundo.
La autora se detiene especialmente en las pioneras de la fotografía, como Julia Margaret Cameron, y cómo ellas, a pesar de las limitaciones impuestas por la sociedad patriarcal, lograron crear imágenes de una belleza y una fuerza inigualables. Ledo destaca cómo estas mujeres, trabajando en un campo dominado por hombres, no solo desafiaron las convenciones artísticas, sino que también ofrecieron una visión del mundo más sensible, más humana y, por lo tanto, más legítima. La mirada de Cameron, por ejemplo, se caracteriza por un tratamiento intimista y emotivo del sujeto, en marcado contraste con la objetividad fría y distante que se había convertido en el estándar en la fotografía masculina. Ledo argumenta que esta diferencia de perspectiva no es accidental, sino que refleja la posición socialmente subordinada de la mujer en la época.
Más allá de las grandes figuras históricas, Ledo analiza la evolución de la fotografía en el siglo XX, especialmente el impacto de la fotografía documental y la fotografía de moda. La autora examina cómo estas formas de fotografía, a menudo realizadas por mujeres, han contribuido a la construcción de identidades y a la representación de la cultura. En el caso de la fotografía documental, por ejemplo, Ledo reflexiona sobre cómo las mujeres fotoperiodistas han utilizado la cámara para denunciar la injusticia social y para dar voz a los marginados. En la fotografía de moda, la autora observa cómo las mujeres fotógrafas han desafiado los cánones de belleza impuestos por la industria, promoviendo una imagen más diversa y realista de la mujer.
El núcleo de la obra reside en la consideración de la fotografía como un acto de «posesión» del cuerpo. Ledo argumenta que la fotografía no es simplemente un medio para registrar la realidad, sino que, al mismo tiempo, intervuelve en ella, creando una imagen que es a la vez real y construida. Esta construcción, según la autora, está profundamente ligada a la posición social del fotógrafo. La mirada masculina, por ejemplo, se caracteriza por una objetivación del cuerpo femenino, un deseo de control y de dominio. En cambio, la mirada femenina, aunque también pueda ser objeto de deseo, puede ser más compleja, más matizada, más capaz de comprender la vulnerabilidad y la contradicción del cuerpo.
Ledo analiza en detalle la relación entre el «cuerpo filmado» y el «cuerpo fotografiado». El cuerpo filmado, es decir, el cuerpo que se encuentra frente a la cámara, es a menudo un cuerpo que se somete a la mirada del fotógrafo, que se convierte en un objeto de representación. El cuerpo fotografiado, por otro lado, es un cuerpo que ha sido transformado por la fotografía, que ha sido elevado a la categoría de «obra de arte». La autora argumenta que esta transformación no es neutral, sino que refleja la relación de poder que existe entre el fotógrafo y el sujeto.
La autora examina cómo las mujeres fotógrafas, a pesar de las limitaciones impuestas por la sociedad, han utilizado la fotografía para «des-objetivar» su propio cuerpo. Al tomar el control de la cámara y de la imagen, las mujeres fotógrafas han reivindicado su derecho a ser vistas como sujetos autónomos, en lugar de como objetos de deseo. Esto se manifiesta en diferentes estrategias: desde la composición que permite al sujeto tomar el control del espacio, hasta la elección del tema, pasando por la manipulación de la imagen, que convierte al cuerpo en un personaje, en un protagonista. Este acto, según Ledo, es una forma de resistencia, de subversión, de afirmación de la identidad femenina.
Opinión Crítica de El Cuerpo Y La Cámara: Una Reflexión Profunda y Necesaria
«El Cuerpo Y La Cámara» es una obra de gran erudición y sensibilidad, que combina una exhaustiva investigación histórica con una profunda reflexión filosófica y política. Ledo no ofrece soluciones fáciles a los problemas que plantea, pero sí nos invita a cuestionar nuestras propias suposiciones sobre la imagen, el poder y la identidad. La autora logra articular conceptos abstractos de manera accesible, haciendo que el libro sea interesante tanto para los estudiantes de arte y fotografía, como para cualquier persona que se interese por las relaciones entre el arte, la cultura y la sociedad. La obra es, en esencia, un ejercicio de pensamiento crítico que nos obliga a replantearnos nuestra relación con la imagen.
La fuerza del libro reside en su enfoque en la mirada femenina. Ledo nos recuerda que la historia de la fotografía ha sido, en gran medida, una historia de hombres, y que las voces y las perspectivas de las mujeres han sido silenciadas. Al revertir esta lógica, la autora nos ofrece una nueva interpretación de la historia de la fotografía, una interpretación que nos permite reconocer la contribución de las mujeres a la creación de significado. La obra es, en definitiva, un homenaje a las pioneras de la fotografía, y un llamamiento a valorar y reconocer la legitimidad de sus creaciones.
Si bien el libro puede resultar a veces pesado y denso, es una lectura absolutamente imprescindible para cualquiera que se interese por la fotografía y por las relaciones entre el arte, la cultura y la sociedad. La obra nos proporciona un marco teórico sólido para analizar las imágenes que nos rodean, y nos invita a cuestionar las imágenes que producimos y las que consumimos. Recomiendo este libro a todos aquellos que buscan una reflexión profunda y original sobre la importancia de la mirada femenina en el arte y en la vida. Es un libro que invita a la contemplación y a la acción, un libro que nos recuerda que la imagen es, en última instancia, un acto de poder.


