El relato se desarrolla en un apartadero, una habitación de baño en una casa aislada en las afueras de una ciudad mediterránea moderna. Cuatro personajes, cada uno marcado por su pasado y sus inquietudes, se ven forzados a interactuar en este espacio limitado. Hay un veterano juez, consumido por el arrepentimiento y el peso de las decisiones que ha tomado; una joven escritora, en busca de inspiración y posiblemente de redención; un hombre de negocios, que ha perdido su fortuna y su ser, y una mujer misteriosa, aparentemente inmersa en un estado de melancolía y desconexión.
La trama se teje a través de un diálogo fragmentado y lleno de matices. Cada personaje revela, lentamente, sus secretos y sus motivaciones, construyendo un entramado de relaciones tensas y complejas. El apartadero, con su atmósfera opresiva y su silencio cargado de expectativas, actúa como catalizador de este encuentro. La novela está construida como un mecanismo de relojería, con
. Tamargo explora las complejidades de la mente humana con una sensibilidad y una precisión notables. Los personajes son imperfectos, contradictorios y vulnerables. No son héroes ni villanos. Son seres humanos con sus propias debilidades y contradicciones. Este realismo psicológico es lo que hace que la novela sea tan conmovedora y tan significativa. Además, la novela se aleja de los tópicos del género y ofrece una visión original y provocadora de la condición humana.
En cuanto a la estructura narrativa, la novela es un ejemplo de precisión y elegancia. Tamargo construye la historia como un mecanismo de relojería, cada detalle, cada diálogo, cada silencio, está cuidadosamente calculado para crear un efecto total. La novela no se limita a contar una historia. La historia se vuelve parte de la experiencia del lector. La novela, por todo lo anterior, está altamente recomendada para aquellos que buscan una lectura que estimule su mente y que les haga reflexionar sobre el significado de la vida.


