La historia se centra en el doctor Simão Bacamarte, un médico portugués que llega a Itaguaí, un pequeño pueblo del Brasil de la última etapa imperial, con la determinación de «sanar» al país, tanto física como mentalmente. Bacamarte, impulsado por un fervor científico y un deseo de “grandes” cambios, funda la “Casa Verde”, un pabellón que rápidamente se convierte en el centro de sus investigaciones, decidido a desentrañar los misterios de la mente humana y, por ende, los males que aquejan a la población. Su plan es audaz y aparentemente lógicamente impecable: establecer una institución para el estudio de la locura, convencido de que la “delirios” y los comportamientos considerados “anormales” son, en realidad, una forma de enfermedad que debe ser diagnosticada y, si es posible, curada.
El doctor Bacamarte se propone, entonces, dedicar sus esfuerzos a identificar y estudiar los casos de “locura” en Itaguaí. Para ello, declara que el pueblo entero es un “paciente” y procede a realizar un censo de la “delirios” y extraños comportamientos. Sus métodos son tan poco ortodoxos como innovadores: se dedica a observar, a escuchar, a interrogar, e incluso a crear una especie de “modelo” de paciente al seleccionar a un joven campesino, Pedro Rufino, como sujeto de estudio. Bacamarte, a través de una serie de experimentos que incluyen la privación sensorial, la administración de sustancias desconocidas y la refuerza de las ideas delirantes del joven, intenta inducir la «locura» en Pedro para observar su desarrollo y, por lo tanto, entender el origen del trastorno.
El proceso, lejos de ser una investigación científica rigurosa, se convierte en una especie de juego de roles, en el que Bacamarte se apropia de los síntomas de su “paciente” y, paradójicamente, se asume el rol de loco. Este comportamiento, aparentemente irrazonable, refleja la actitud del médico ante el mundo que le rodea, un mundo que considera corrupto y en necesidad de una “remedición”. La Casa Verde, por lo tanto, se convierte en un laboratorio de la experimentación y de la manipulación, donde las líneas entre la razón y la locura se desdibujan. La obra se adentra en la especulación sobre la naturaleza de la «locura», cuestionando la percepción de la realidad y desafiando la autoridad de la ciencia.
A medida que la investigación del doctor Bacamarte avanza, la situación en Itaguaí se vuelve cada vez más surrealista. El joven Pedro Rufino, inicialmente considerado un “paciente” inocente, se convierte en el centro de una compleja trama. Bacamarte, en su afán por demostrar su genialidad, intensifica sus experimentos, convirtiéndose en un manipulador implacable que controla y confunde a Pedro, quien a su vez, se ha visto atraído por la figura del doctor. El pueblo, inicialmente fascinado por la innovadora Casa Verde, empieza a experimentar un miedo creciente ante los métodos del doctor.
La atmósfera de la novela se intensifica con la llegada de otros personajes, cada uno con sus propios intereses y motivaciones. Se establece una dinámica de poder en torno a la Casa Verde, donde Bacamarte, como figura central, manipula a la población para que se ajuste a sus planes. La investigación del doctor, que comenzó como un esfuerzo por “curar” la locura, se transforma en una jerarquía de poder, donde Bacamarte se convierte en el juez y el castigador, dictando la verdad y el comportamiento del pueblo. La novela explora la relación entre el poder, el conocimiento y la verdad, mostrando cómo la búsqueda de la “salud” puede convertirse en un instrumento de control y manipulación.
A medida que la locura de Pedro se hace más evidente, Bacamarte se dedica a “confirmar” sus diagnósticos, creando una espiral de paranoia y desconfianza en Itaguaí. El pueblo se divide en dos grupos: los que apoyan al doctor, creyendo en su genialidad, y los que lo temen, considerándolo un “loco” que amenaza su tranquilidad. La situación culmina en un clímax surrealista, en el que el joven Pedro, desesperado por escapar del control del doctor, se autoproclama “loco” y, con ello, se libera de su condición de paciente. El absurdo final, sin embargo, no resuelve el conflicto, sino que lo exacerba, mostrando la imposibilidad de escapar de las estructuras de poder y la incapacidad de la razón para controlar la naturaleza humana.
Opinión Crítica de El Alienista: Una Obra Atemporal y Pertinente
«El Alienista» es, sin duda, una de las obras más brillantes de Machado de Assis y un ejemplo paradigmático de la literatura brasileña. La novela destaca por su estilo narrativo, su humor sutil y su capacidad para plantear preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la realidad, el conocimiento y el poder. La obra, escrita con una precisión quirúrgica, ofrece una crítica implícita del cientificismo, del imperialismo y de la búsqueda de soluciones simplistas a problemas complejos.
La novela es una obra atemporal que sigue siendo relevante en la actualidad. En una era de posverdad, de manipulación mediática y de polarización social, «El Alienista» nos recuerda la importancia del pensamiento crítico, la duda y la humildad. La figura del doctor Bacamarte, con su arrogancia, su pretensión de conocimiento y su falta de empatía, es un reflejo de los peligros de la ciencia desprovista de ética y de la obsesión por el control. La novela es, en esencia, una advertencia contra la “locura” del poder y la necesidad de cuestionar nuestras propias certezas. Recomiendo ampliamente esta obra a cualquier lector que busque una novela inteligente, provocadora y que, al mismo tiempo, nos haga reír y reflexionar.
«El Alienista» no es solo una novela, es un icono de la literatura brasileña y una pieza clave para comprender los desafíos del siglo XX y XXI. Su capacidad para evocar una sonrisa, te provocará una reflexión profunda y te hará cuestionar tu propia percepción del mundo. Es, en definitiva, una lectura obligada para todos aquellos que deseen expandir su visión del mundo y, al mismo tiempo, disfrutar de una de las obras más inteligentes y divertidas de la literatura universal.


