Estas apasionantes memorias son la crónica de la transformación política, social y social española a lo largo del siglo XX a través de la vida de una maravillosa artista.
Amalia Avia, figura esencial en el arte contemporáneo en España, nos abrió en dichas memorias las puertas de una vida llena de contrastes, teñida de tonos oscuros pero también de luces brillantes, que se inició en Madrid, a comienzos de los años treinta, en el seno de una familia burguesa.
Su primera infancia tuvo el país en guerra como fondo.
La posguerra, el luto y los desfiles triunfantes inauguraron un periodo de tristeza y desconcierto y, también, una nueva etapa en el pequeño pueblo manchego en el que pasó diez años.
Con firmes pinceladas realistas, la autora retrata el enorme contraste de su vida madrileña y el medio rural en los años cuarenta en el que se desarrolló su adolescencia: el culto a los muertos, los días de costura, iglesia, juegos, lectura y excursiones al monte, la cocina, la cosecha, el ganado, la matanza y las fiestas populares constituyen fascinantes relatos de memoria histórica.
La vuelta a Madrid y su formación como pintora en el estudio Peña marcaron un periodo bastante fértil.
Su relación con otros artistas y escritores, el matrimonio con Lucio Muñoz, sus primeras exposiciones, el Círculo de Bellas Artes, la maternidad, los viajes y la oposición al Régimen marcaron el sendero que culminaría en la apertura del país a la democracia y en la madurez de Amalia Avia como mujer y como pintora.
Reseñas:
«Amalia Avia logró inscribirse con luz propia en la historia del arte español del siglo XX. Sus memorias no solo son un testimonio precioso acerca de su propia vida y la de su generación, sino también la revelación de su rica y compleja intimidad».
Francisco Calvo Serraller, El País «La mejor crónica de la transformación política, social y social española del siglo XX a través de una vida.
Abarca más que Cuéntame».
Rosa Belmonte, ABC«Amalia Avia es la pintora de las ausencias, la amarga cronista del por aquí pasó la vida marcando su amargura age inevitable huella de dolor, como en las novelas de los maestros rusos del XIX».
Camilo José Cela «Amalia Avia fue la cronista melancólica, en grises, de un cierto Madrid de toda la vida, ese Madrid de los portales, de las tiendas antañonas, de las tabernas, de las tascas, de los garajes.
Sus memorias son fabulosos».
Juan Manuel Bonet «Sus memorias podrían ser un cuadro.
Nada extraño si consideramos que su autora parece pintora, y de las buenas.
Ha elegido la sinceridad que, aliada con la sencillez, traza un retrato no ya de sí misma, sino de una etapa de la vida española que perteneció a muchos que, sin duda, se reconocerán a través de ella».
Trinidad De León Sotelo, ABC