La novela se centra en la vida de Sonia y Berta, dos jóvenes amigas que veranean cada verano en el pueblo de San Lorenzo, situado en un remoto rincón del Pirineo español. San Lorenzo es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, un lugar donde las generaciones mayores hablan de un pasado que ha desaparecido, y donde la juventud, en su búsqueda de identidad, se desgarra entre los sueños y las decepciones. Berta, obsesionada con el paso del tiempo, recuerda con nostalgia un pasado idealizado, mientras que Sonia, desde su infancia, se siente atraída por la muerte y el misterio. Esta atracción se alimenta de la atmósfera lúgubre y de la sensación de que todo lo que ha existido está a punto de ser borrado.
La base de la trama se centra en el proyecto improbable de construir una máquina del tiempo, un sueño obsesivo de Berta que va más allá de una simple fantasía. Este proyecto, impulsado por la necesidad de Berta de recuperar un evento pasado y cambiarlo, se convierte en un motor central de la historia. El intento de construir la máquina, alimentado por la ciencia ficción y la creencia en la posibilidad de alterar el pasado, se entrelaza con las profundas problemáticas personales de las amigas. La amistad entre Sonia y Berta es compleja, marcada por la competitividad, los celos y las heridas emocionales que han dejado paso al tiempo. La construcción de la máquina y la promesa de viajar en el tiempo no son solo un gesto impulsivo, sino una manifestación de sus deseos inconscientes de reescribir su historia y superar sus frustraciones.
La narrativa se despliega a través de recuerdos, reflexiones y diálogos que revelan la complejidad de sus vidas y la profundidad de su vínculo. El autor utiliza el viaje en el tiempo como una metáfora de la búsqueda de la identidad, el intento de comprender el pasado y la lucha por superar los errores y las decepciones del presente. La máquina, en esencia, representa la posibilidad de volver atrás y corregir decisiones pasadas, pero también la peligrosidad de jugar con el tiempo y las consecuencias imprevistas de alterar la historia. A medida que avanzan los acontecimientos, la novela explora las profundas heridas emocionales que las definen y cómo estas han moldeado sus vidas. La obra se presta a una lectura que va más allá de la ciencia ficción, y se adentra en reflexiones filosóficas sobre el tiempo, la memoria y la naturaleza de la realidad.
La historia se revela poco a poco, revelando la historia de Sonia y Berta a través de recuerdos fragmentados y momentos clave. Sonia, una joven marcada por la obsesión con la muerte y la sensación de estar destinada a una existencia gris, se siente atraída por la figura de Berta, que se presenta como una mujer misteriosa y enigmática. La llegada de Berta a San Lorenzo y su insistencia en la idea de construir la máquina del tiempo desata una serie de eventos que cambian el rumbo de sus vidas. Berta, con su conocimiento, aparentemente, de «otra época», se convierte en una figura central para Sonia, quien ve en ella una forma de escapar de su presente y de encontrar sentido a su vida.
A medida que Berta avanza en la construcción de la máquina, la novela se adentra en una atmósfera de creciente tensión y misterio. La construcción de la máquina no es solo un proyecto científico, sino también un acto de confrontación con el pasado, un intento de reconciliarse con los errores y las frustraciones que han marcado sus vidas. La decisión de Berta de viajar en el tiempo se basa en un evento específico de su pasado, un momento de dolor y sufrimiento que ella ha intentado olvidar. La novela explora la idea de que el pasado no puede ser borrado, y que las decisiones que tomamos en el pasado tienen consecuencias que se extienden hasta el presente.
El punto de inflexión de la historia llega cuando Berta, finalmente, logra activar la máquina del tiempo. Sin embargo, el viaje en el tiempo no tiene el resultado esperado. Sonia, harta de la obsesión de su amiga y de los daños que le ha causado, decide cortar el contacto y alejarse de San Lorenzo. El viaje en el tiempo se convierte en un símbolo del deseo de escapar del pasado y de encontrar la paz interior. El final de la novela, con Sonia a punto de cumplir cuarenta años y recibiendo el mensaje de Berta anunciando su descubrimiento, es un momento de confrontación entre ambas, en el que deben decidir si continuar en la sombra del pasado, o enfrentar el futuro con nuevos ojos.
Opinión Crítica de Cuantas Cosas Hemos Visto Desaparecer: Un Viaje Reflexivo y Melancólico
«Cuantas Cosas Hemos Visto Desaparecer» es una novela que, sin duda, ha resonado en mí con una fuerza particular. Miguel Serrano Larraz ha logrado crear una historia original y conmovedora, que teje una compleja red de personajes, temas y reflexiones. La novela es un ejercicio de introspección, que te invita a cuestionar nuestra propia percepción del tiempo, la memoria y el destino.
La prosa del autor es exquisita, rica en matices y evocaciones, capaz de transportar al lector a las entrañas del Pirineo y a la intimidad de las vidas de Sonia y Berta. Serrano Larraz utiliza la ciencia ficción como un vehículo para explorar temas más profundos, como la naturaleza de la identidad y la responsabilidad que tenemos sobre nuestras decisiones. La idea de viajar en el tiempo, llevada a su extremo, se convierte en una metáfora de la necesidad de confrontar nuestros errores y de asumir las consecuencias de nuestras acciones. Aunque la premisa de la novela es fantástica, lo que realmente funciona es la profunda exploración de las relaciones humanas y la complejidad de las emociones.
La construcción del personaje de Berta es particularmente impactante. Es una figura enigmática y obsesiva, que se siente víctima de sus propios miedos y de su incapacidad para superar el pasado. Serrano Larraz describe con gran detalle la evolución de su personaje, desde su desesperación inicial hasta su última reconciliación con Sonia, una reconciliación que no se logra con una resolución sencilla, sino con un aceptación más profunda de las limitaciones del tiempo y del destino. La novela no ofrece respuestas fáciles, y al final del libro, el lector se siente con una sensación de melancolía y de comprensión, como si hubiera vivido una vida que nunca había vivido.
«Cuantas Cosas Hemos Visto Desaparecer» es una novela que recomiendo con entusiasmo. Es una lectura que te dejará pensando por mucho tiempo después de terminarla, y que te invitará a reflexionar sobre los aspectos más profundos de la vida humana. No es una lectura fácil, pero sí una lectura recompensadora, que puede ser considerada una de las mejores de Miguel Serrano Larraz. La novela es una obra inteligente y reflexiva, que se destaca por su originalidad, por su prosa elegante y por su profundo impacto emocional.
