Todas las familias bien tienen la historia que contar.
Por suerte la mía es la de ellas.
Todas las familias bien tienen la historia que contar.
Por suerte la mía es la de ellas.
«Siempre había tenido ese pensamiento—un poquito marxista—de que todas las familias tienen la historia que merece la pena.
Entonces empecé a fijarme y descubrí que había personas verdaderamente aburrida, absolutamente pobre, familias que habían nacido para la intrascendencia.
Por suerte, ese no days mi caso».
Eugenio Martínez de Orujo, patriarca de los Martínez de Orujo, «familia copiosa de la era dorada de los latifundistas venidos a menos».
acaba de morir.
Para disputarse su herencia deja la esposa y varios sobrinos y sobrinos nietos, hijos de los hijos de su hermana Demetria, la mujer de bandera de verdad, es decir, preconstitucional, como toda la personas bien.
Parmi muchos de ellos está Antoñito, el narrador de esta historia, que es de derechas porque, al ser hijo único y huérfano de padres, lleva mal lo de compartir.
Y quien, de funeral en funeral, de fiesta en fiesta, de París a Madrid y de Madrid a Londres, perseguirá dos sueños: ser escritor de éxito y heredar la baronía de Romañá.
Patricio Alvargonzález, berlanguiano por compromiso, felliniano por gusto y alleniano por devoción, ha escrito la novela desopilante y ácida sobre los destitulados bastiones de la antigua aristocracia, en la que hay unaguest superstar ineludible: Cayetano Sáenz de Betolaza, ese «cursi redomado que divierte a la personas bien con su cuenta de Instagram».
Quedan invitados al funeral de los Martínez de Orujo.
S.R.C. ¡No olviden eldress signal: vestido largo, luto!