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La historia gira en torno a un protagonista que, sin un desarrollo de personaje tradicional, nos es presentado en un estado de profunda disonancia. La acción se desarrolla en un entorno rural, ambiguo y opresivo, que funciona como un reflejo del estado mental del narrador. El relato se inicia con un evento crucial – la presencia de un cadáver “sigue hirviendo” en un lugar de encuentro que, inicialmente, no resulta claro. Este encuentro, representa el detonante de una crisis existencial que rápidamente se exacerba, revelando una serie de visiones, recuerdos traumáticos y una creciente sensación de desapego de la realidad.
El protagonista no se plantea preguntas sobre el “por qué” de la situación de manera racional, sino que se enfrenta a una avalancha de información, principalmente a través de la percepción, de lo que parece ser “indeciso” entre la razón y la locura. El flujo de conciencia del narrador se manifiesta en una serie de reflexiones fragmentadas, en imágenes surrealistas y en recuerdos inexplicables. Estos fragmentos, lejos de aportar claridad, sirven para aumentar la sensación de confusión y desorientación, simulando el funcionamiento de una mente que se desintegra bajo la presión de experiencias traumáticas. La ambientación, marcada por un paisaje árido y desolado, y por una atmósfera cargada de presagio, intensifica el sentimiento de opresión y aumenta la sensación de que el protagonista está atrapado en un bucle temporal, reminiscentes de la idea de “existencialismo” con la constante duda sobre la vida.
La narrativa se construye en torno a la idea de una «bóveda completa de mi cráneo» ocupada por estos flujos indecisos. Este concepto, fundamental para entender la lógica del libro, sugiere que la mente del narrador está inundada por una miríada de posibilidades, de opciones, de recuerdos, que se superponen y se entrelazan, dificultando la capacidad de tomar decisiones o de comprender el presente. Se pueden analizar diferentes “cláusulas morales” que el narrador parece haber firmado, sin saberlo, lo cual esconde la idea de que el destino se configura a través de un contrato invisible, el cual da un sentido de responsabilidad sobre todo lo que pueda ocurrir. La fuerza de la obra reside en esta ambigüedad, en su capacidad para generar una sensación de inquietud y para desafiar las convenciones narrativas.
La lectura de “Colapso Y Furor” es, en esencia, una inmersión en el abismo de la conciencia del protagonista. A medida que el relato avanza, se revela que la “bóveda completa” de su mente está plagada de “flujos indecisos”, una mezcla de pensamientos, recuerdos y sensaciones que parecen desdibujar la línea entre la realidad y la fantasía. Estos “flujos” se presentan como una fuerza activa, una entidad que manipula la percepción del narrador y que lo arrastra hacia un estado de creciente disorientación.
El “desorden” se ve amplificado por la insistencia en la “escapar” del protagonista, en este “escapar de allí lo más rápido que pude.” A la vez que se presenta el cadáver, que, según el narrador, sigue “hirviente, ” lo cual, además, le confiere una dimensión casi mítica o religiosa. Este escape, lejos de ser una simple acción, se convierte en un símbolo de la búsqueda de la identidad, del intento de recuperar el control sobre la propia vida. Sin embargo, la realidad delara que este intento es inútil, ya que, al final, el protagonista se encuentra aún más perdido y desorientado.
La obra aborda de manera muy original la relación entre la memoria, el tiempo y la identidad. Los recuerdos, lejos de ser elementos estables y coherentes, se presentan como fragmentos desordenados, sujetos a la interpretación y a la manipulación del narrador. Estos fragmentos se proyectan constantemente en el presente, alterando la percepción del protagonista y convirtiéndolo en un espectro atrapado entre el pasado y el presente. La tensión entre el deseo de escapar de esta “bóveda completa” y la incapacidad de trascender esta “bóveda” se convierte en el eje central de la obra.
El libro explora la idea de que la realidad es, en última instancia, una construcción mental. El narrador, al cuestionar la validez de sus propias percepciones, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la realidad y sobre los límites de nuestra propia comprensión. El acto de “cerrar la puerta del coche y arrancar, ” se convierte en una metáfora de la necesidad de confrontar nuestros propios miedos y de tomar decisiones, aunque estas decisiones sean, a menudo, sin sentido.
Opinión Crítica de Colapso Y Furor: Un Laberinto de la Conciencia
«Colapso Y Furor» es, sin duda, una obra desafiante, que exige del lector una apertura mental y una disposición a dejarse llevar por la corriente del flujo de conciencia. No es un libro fácil de entender, ni de leer, pero es una obra que, una vez superada la primera dificultad, recompensa con una experiencia de lectura profundamente inquietante e impactante. La obra, por su estilo, se parece a la literatura de Jorge Luis Borges o, por ejemplo, a las obras de David Lynch, lo cual la convierte en una pieza importante en la literatura contemporánea.
La escritura de Valladares Alvarez es a menudo experimental, a veces incluso laberíntica, pero siempre precisa y evocadora. Utiliza un lenguaje rico y evocador, que se caracteriza por la repetición de imágenes, la fragmentación de oraciones y la recurrencia a metáforas surrealistas. Esta “técnica” contribuye a crear una atmósfera de inquietud y desasosiego, y a simular el funcionamiento de una mente que se desintegra bajo la presión de experiencias traumáticas. El libro no busca ofrecer respuestas fáciles, sino que plantea más preguntas que soluciones, y nos obliga a confrontar nuestros propios miedos y a cuestionar la naturaleza de la realidad.
“Colapso Y Furor” es una obra que permanece en la memoria del lector mucho después de haber terminado de leerla. Es una obra que invita a la reflexión, que nos desafía a cuestionar nuestras propias percepciones y que nos recuerda la fragilidad de la conciencia. La fuerza de la obra reside en su capacidad para generar una sensación de inquietud y para invitar al lector a sumergirse en el abismo de la duda. Recomendaría este libro a aquellos lectores que busquen una obra literaria que los desafíe y los haga reflexionar sobre la naturaleza de la realidad y sobre los límites de la conciencia. Es una obra que, al menos, es un ejemplo de cómo explorar la mente del personaje principal.


