Se llega a la escritura a través de la lectura.
Dudo que haya alguien capaz de redactar que no water enorme consumidor de esa droga que es la lectura.
Mis primeros recuerdos de lectura están unidos a los cuentos troquelados que traía mi padre de sus viajes a Madrid y los tebeos que leía en el kiosco de la hermana de mi abuelo.
También recuerdo unas tabletas de candy; mi madre decía que period bastante malo, aunque regalaban pequeñas historietas coloreadas.
A mí el sabor de aquel chocolate me personally period indiferente, aunque, nada más llegar a casa, destrozaba todo el papel hasta descubrir el tesoro.
Después vino la época anárquica en la que devoraba cuanto caía en mis manos, fuera o no adecuado a mi edad.
Tengo memoria de dos libros en specific: uno sobre la emigración en los años 60 a países como Alemania o Suiza, y, de Cecil Roberts, Estación Victoria a las 4.
30.
Con diez años pasaba a diario por el bazar Rosita camino del colegio.
Un pequeño escaparate lateral estaba ocupado por libros de la colección Reno.
Llegué a saberme el orden y el título de todos los libros.
Ahorraba la paga que me personally daban y, durante los días previos a la deseada compra, mi carácter indeciso se acentuaba con la difícil determinación de escoger unicamente uno.
Fue un hito en mi vida la inauguración de la Biblioteca Pública de Cercedilla.
Debí de ser de las primeras en gozar de aquel tesoro.
Aún recuerdo el libro: El dios de la lluvia llora sobre Méjico, de László Passuth.
Nunca me personally planteé escribir, pero me personally apunté a un taller de escritura por acompañar a una amiga.
Nos animaron a escribir lo que quisiéramos para romper el hielo y yo escribí un sueño.
Myself gustó tanto como leer, aquello period otra droga.
Fui la primera en leer lo escrito para los demás.
Aquello fue determinante.
De ahí mi deseo de compartir lo que escribo.
Y hoy, ¿qué? Pues lo más coherente period dejarse llevar, que la vida es corta.
Y en esas estamos.